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OPINIÓN - VIERNES, 28 DE MAYO DE 2010

 

OPINIÓN / ESCRITOS CABALLAS

Mi madre en la Armada
 


Javier Cherllarám
javiercherllaramt@elpueblodeceuta.com

 

De la continuación del artículo fuimos a la Carraca, terminaba con la cara sin afeitar y el traje de popeye, parecíamos el ejercito de Pancho Villa. A los días siguientes se fueron presentando los suboficiales de la Brigada Hernán Cortés, el Torpedista era un hombre ya mayor y en las clases de Historia Naval, recitaba los hechos de armas, a una hora que era después de comer y los gorgolitos que estaban en la útlima fila se morían de sueño, los ponían de pie y parecían los cerditos porky. El sargento Condestable, era más joven seco y frío, este no se reía ni el día que ganamos el Desfile de Leyes Penales. Lo recuerdo por las clases de Presentación y Galones. El mejor en su línea el Sargento Contramaestre, fue el que puso en el Varadero, su nombre en la pizarra, con letras grandes, y nos daba hasta un minuto para toser, la clase tosiendo como un berraco, habríamos contraido esos años las gripes y-z. Siempre cerraba su explicación nautica y marinera, que la colección la tenía vendida.

Ya los cabos-monitores nos avisaron del comportamiento en estado de policía, y el afeitado diario, este toque corría a cargo del Subteniente de Infantería de Marina, con esas frases en voz clara y grave, cabezas altas, botas limpias y brillantes y trinquen bien los mosquetones.

Aqui no valía con el de Infantería de Marina, que se le cayese un mosquetón Mauser a un marinero en los ejercicios de instrucción, te ponían a correr de cinco a nueve vueltas al patio.

Un corneta y un tambor, nos acompañaban dias y tardes, en los ejercicios militares, leíamos las generalidades y nos entraba el soponcio, rotar, rotar y rotar, el subteniente, cambiaba los toques de corneta, si decía sobre el hombro armas, le hacía señas al corneta para tocar “a la derecha va...”.

Cuando bajaba la Brigada desfilando, hacía la zona del helipuerto, campo de futbol y el caño con los botes, siempre estaba a postada a la derecha una o dos brigadas, atendiendo a las indicaciones de sus mandos. Quizá para motivarlos, sus mandos les decían , mirar señores eso si es una Brigada.

Supongo que era de estímulo para los pelones, porque los primeros días, el Sargento Contramaestre, decía irónicamente que parecíamos una manifestación...

De esa bajada al Helipuerto y su explanda, como por arte de magía, la Brigada se iba escorando hacía estribor y se echaba encima de otra que estaba sentada a las instrucciones del Alferez de Navío “el ginebra”, hombre ya mayor y curtido en la mar y en el Dri Gin, salió como un poseso , loco de ira y colorado como un tomate, “joder que se echais encima de la brigada”. Los suboficiales no daban crédito a lo que estaba pasando, supongo que los rumores del ginebra corrieron como la pólvora, y fue toda mi unidad a buscarle el cabreo para verlo en acción.

Menos mal que no iba el subteniente de Infantería de Marina, si no todavía nos vemos corriendo hasta la Carraca...

Porque el título de mi madre en la Armada, ha pasado el día de las madres y esta vez no había hecho reseña a tan fecha señalada, porque en la mili, en la instrucción fuera de casa, me acordaba de lo que era una madre, se me descomponía el alma cuando hablaba por teléfono con ella. Y me preguntaba, si comía bien, y me quedaba sin habla. Como me acosté una noche, con una manzana en el estómago, por que la comida era un suplicio, de esos platos suculentos y el estar disfrutando de los míos, allí en el CIM se valoraban muchas cosas del rol familiar, los allegados, las comodidades de la casa y la familia. Hasta de ver como al cabo Guernica, se le hacía la boca agua de verme tomar, una lata de zumo de melocotón, joder Guernica, me sentaba mal tomarlo si era un culillo de latita.

De como cuando llegué a Ceuta, en un permiso Franco de Ría mi madre me tapaba con la manta, como si fuera el benjamín de la casa.

Cuantas veces he suspirado a las noches estrelladas, que la Armada no olvidaba a los marinos de España, de todos los tiempos, los marineros no olvidamos a nuestras madres, a las que fueron a nuestra Jura, a las que no podían ir por cuestion de enfermedad.

Como terminaba el himno Estirpe Inmortal, vuestra madre os entrega su amor. Continuará...
 

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