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OPINIÓN - VIERNES, 11 DE JUNIO DE 2010

 

OPINIÓN / ALGO MÁS QUE PALABRAS

Los lastres de España
 


Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
 

Mientras el Presidente del gobierno español defiende que está intentando dar una respuesta social a la crisis, el Banco Mundial le advierte que el desempleo es extremadamente alto. O sea, soberanamente preocupante. Evidentemente, España debe generar empleo, como sea y con urgencia, para imponerse frente a la competencia de las nuevas economías emergentes. Este objetivo exige la unión del gobierno estatal con todos los gobiernos autonómicos, locales, sindicatos, empleadores, y demás agentes sociales. Hay que buscar el consenso y la unidad, el diálogo social, invertir en la clase trabajadora. La asistencia social debe ser algo puntual, lo fundamental radica en activar el trabajo. El gobierno aún no ha pasado de las migajas. Es menester emplearse a fondo en la formación de los jóvenes y en mejorar la capacidad de adaptación de los trabajadores a la nueva época.

El próximo 16 de junio, haya acuerdo o no lo haya entre el gobierno y los agentes sociales, se aprobará una reforma laboral, que en cualquier caso llega a destiempo, forzada por la tremenda situación que atraviesa el país, en un instante en el que muchas familias están desesperadas por no encontrar trabajo. Este gobierno ha perdido demasiados minutos en cuestiones baladíes, de adoctrinamiento partidista, que sólo han servido para enfrentarnos y remover historias pasadas, cuando realmente donde había que desgastarse debió ser en dar una réplica contundente para frenar la crisis, no negarla como así ha sido.

Desde luego, necesitamos actuar juntos, no divididos, para ganar empleo y reducir deudas públicas. El gobierno tampoco puede dilapidar más horas en ello-está en período de prórroga- para encontrar el camino a seguir, que no tiene otros ingredientes que la mano tendida, la escucha, el equilibrio y la transparencia. Por desgracia, la cultura del parlamento hace tiempo que ciertos políticos, con mando en plaza, la han perdido, o cambiado por el fomento de la tensión; obviando que su marca, los partidos políticos, deben expresar pluralidad respetuosa, no en vano concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular. Bajo una situación de tirantez y frialdad, como la que despiden algunos gobernantes, resulta bastante complicado, por no decir imposible, estrechar las posiciones. España, en este momento, anda escasa de hombres de Estado y abundante en hombres de Partido que derrochan como si el aprieto no fuera con ellos.
 

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