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OPINIÓN - JUEVES, 17 DE JUNIO DE 2010

 

OPINIÓN / ALGO MÁS QUE PALABRAS

Hay que poner fin
 


Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
 

El ser humano tiene que establecer un final para los desórdenes, las injusticas, las libertades...; sino, éstas acelerarán una dolorosa prisión para la humanidad que será el fin. El mundo tiene que emplearse a fondo en generar ocupación. Un planeta desocupado, o mal ocupado, se envilece y no genera riqueza. Por consiguiente, cualquier modelo económico que sea incapaz de generar empleo se ha de cambiar y los gobiernos deben situar esta tarea en el epicentro de sus estrategias. Háganse, pues, todas las reformas laborales necesarias, pero aquellas que activen el mundo del trabajo y de la producción; de lo contrario, tiene bien poco sentido hacerlo y malgastar energías.

Revisemos el pasado más reciente. Nadie me negará que, en los últimos años, hemos permitido que se quebrasen demasiados derechos y obligaciones sociales, a veces por falta de decisiones audaces propiciadas por gobiernos sectarios que lo único que han sabido es derrochar y acrecentar deuda pública, con la consabida factura del declive económico y el retroceso, debilitando las clases medias que se ven empobrecidas como nunca. Es verdad que las repercusiones son distintas según los países y regiones, pero el éxito va a estar muy condicionado a las medidas de estímulo de creación de empleo que adopten los Estados. Y al final, téngase también presente, que todo repercute en todos.

Por eso, la cultura del diálogo tiene que ser un activo frente a cualquier crisis; máxime cuando se incrementa el desempleo, el hambre y la inseguridad alimentaria. No podemos esperar por más tiempo a que se produzcan los grandes cambios. Tenemos que avivarlos entre todos y todos unidos. Debemos cambiar modelos productivos, estándares energéticos, nuestros modos y maneras de vivir. Hay que poner fin a tantas adicciones, que el tiempo apremia. Al capital que no respeta a la persona. Al petróleo que se considera un imprescindible. A las armas por sus grandes dividendos en un negocio que no es el de la paz. Al enjambre de especuladores y corruptos que rapiñan para sí lo que es de la sociedad... Todas estas adhesiones y tantas otras, lo que forjan es un problema de salud globalizada que sólo se cura con las manos solidarias de la acción conjunta, sabiendo lo importante que es no dejar de hacerse preguntas y escuchar todas las respuestas. Para gentes predispuestas no suele haber ocasos.
 

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