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OPINIÓN - SÁBADO, 26 DE JUNIO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Espero y deseo el triunfo de España
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando escribo, aún faltan más de diez horas para que pueda ver convertido en realidad el deseo de que la selección española haya derrotado a Chile. Me atrevo a asegurar que tal deseo es compartido por innumerables españoles; sean o no aficionados al fútbol. Aunque habrá una minoría que, por diferentes motivos y absurdos que parezcan, querrá que los chilenos salgan victoriosos de lance tan decisivo. Y también, como no podía ser de otra forma, existirán los que les importa un bledo y parte del otro lo que suceda en ese enfrentamiento.

El partido es difícil. Lo cual no deja de ser un axioma. Por no llamarle tópico. Que es adjetivo muy trillado. Las dificultades de este partido contra los chilenos son consecuencias, y por tanto cosa ya archisabida, del petardo que pegaron los hombres de Vicente del Bosque frente al equipo suizo. Al que los periodistas españoles, casi de manera generalizada, catalogaron como conjunto que estaba derrotado de antemano. Y hasta se permitieron el lujo de predecir los muchos goles que recibirían los inventores del reloj cuco.

De aquel partido frente a la selección dirigida por Ottmar Hitzfeld, alemán él, recuerdo que la cara del seleccionador español era un poema al que le hubiera venido que ni pintiparado el título de técnico desconcertado. Que es un estado, como ustedes bien saben, en que una persona no sabe qué pensar, decir o hacer. Cierto es que hay entrenadores y seleccionadores que han aprendido a disimular ese desconcierto perpetuo, tras haberse construido una imagen de serenidad capaz de cubrir todas sus deficiencias a la hora de tomar decisiones en el banquillo. Una serenidad ficticia, basada en hacer el Don Tancredo ante las circunstancias negativas para su equipo, que se están produciendo en el césped.

Del Bosque cometió el primer desliz cuando dejó fuera de la selección a Senna. Porque el futbolista del Villarreal proporcionaba al conjunto un equilibrio permanente en la zona vital del medio terreno. Y, desde luego, entre tan gruesa plantilla siempre me pareció una herejía no contar con este jugador como premio a los servicios prestados que se hubiesen convertido, en caso de necesidad, en un acierto de elección en Sudáfrica.

Y las razones son claras: Xabi Alonso, de quien no se puede decir que sea un tuercebotas, no se distingue precisamente por mejorar el rendimiento de los jugadores que le rodean. Verbigracia: su llegada al Madrid hizo posible que el trabajo de Lass fuera lo menos parecido a ese otro jugador que había encandilado al mundo del fútbol la temporada anterior. Ya que el donostiarra es poco recomendable haciendo de escudo de la defensa. Pero hay más: adelantado unos metros, tanto en su equipo como en la selección, XA es también causante del menor rendimiento ofrecido por los jugadores designados para enlazar con los delanteros. En el caso de la selección, quien está pagando las consecuencias es Xavi Hernández. En cuanto a la incertidumbre creada por los fallos de Casillas, otro seleccionador, de tener dos porteros de la talla de Reina y Valdés, habría resuelto el problema en un santiamén. A pesar de todo, es decir, de Casillas y de Xabi Alonso y de que el seleccionador haga el Don Tancredo en el banquillo, España debe haber ganado a Chile y seguir pensando en la final.
 

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