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OPINIÓN - DOMINGO, 27 DE JUNIO DE 2010

 
OPINIÓN / ventana abierta

Fin de curso

Por Miguel Ángel de la Huerga (Orientador Familiar)


Con éste escrito damos por finalizado este segundo curso en el que el diario El Pueblo de Ceuta me ha permitido gentilmente comunicarme con Uds., lectores ceutíes, con total libertad, respetando plenamente mis opiniones y pareceres a cerca de los temas que semana tras semana he considerado oportuno tratar, a la vista de la actualidad, y que han tenido siempre como trasfondo, directo o indirecto, a la Familia.

Porque yo soy de los convencidos que trabajar por la Familia es hacerlo por la sociedad presente y futura, pues es en ella donde se transmiten los valores humanos contrastados por los siglos y las civilizaciones, y donde se forma a los jóvenes para afrontar su incorporación paulatina a la sociedad que les ha tocado vivir, al margen de sobresaltos y protegidos de los numerosos experimentos a que los quieren someter las irresponsables ideologías dominantes. También los mayores encontramos en la Familia el lugar de desarrollo personal, y el remanso y protección de las inclemencias sociales. Solo con familias bien estructuradas y felices tendremos una sociedad bien armonizada. “El futuro de la Humanidad se fragua en las familias” nos decía Juan Pablo II.

Por todo ello mis escritos han tenido siempre un tinte familiarista aunque éste haya parecido en ocasiones distante. Porque ¿hay algún acontecimiento, ley, hecho, actividad pública que no afecte directa o indirectamente a la Familia? ¿Hay algo que escape a su interés?

Las decisiones económicas (impuestos, inflación,…) inciden directamente en el bienestar familiar, en las posibilidades de desarrollar sus funciones y deseos.

La situación laboral, tiene una repercusión directa en las familias que frecuentemente son las que soportan y amortiguan la tragedia del desempleo de alguno de sus miembros, en un ejercicio de solidaridad que no por común es menos reconocida.

Los planteamientos educativos son transcendentales en la formación de los jóvenes y en su desenvolvimiento de futuro, de ahí que la ideología dominante quiera contrarrestar la influencia de los padres, máximos responsables de la educación de sus hijos, para conseguir un vuelco cultural.

La legislación, de forma frontal unas veces (Leyes del divorcio, Ley del aborto, Ley de “matrimonios” homosexuales, ausencia de Ley de Ayuda a las Familias…) y otras veces más indirectamente, inciden en la concepción del modelo de familia que se desea conseguir.

Las normativas para facilitar el acceso a una vivienda digna proporcionan un mínimo de bienestar, sobre todo a aquellas parejas que desean contraer matrimonio.

Las subvenciones económicas por nacimiento o por el mantenimiento de los hijos, repercutirán en la mejora de los índices de natalidad tan importantes para un correcto equilibrio demográfico.

Las ayudas a las familias con algún familiar dependiente, pueden facilitar un mejor desenvolvimiento del resto de sus miembros.

Y así podíamos seguir indefinidamente.

Todo lo que se haga por mejorar las condiciones vitales de la comunidad familiar repercutirá positivamente en la sociedad, y este convencimiento es el que nos hace trabajar en pro de la Familia.
 

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