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OPINIÓN - SÁBADO, 3 DE JULIO DE 2010

 
OPINIÓN / COLABORACN

El mar territorial de Ceuta y Melilla

Por Angel Tafalla


Está en los kioscos el número 18 de la Revista ATENEA dedicado a Ceuta y Melilla. A los interesantes aspectos de estas dos ciudades españolas en el norte de África cubiertos en ella, quisiera aquí yo añadir uno que no me parece muy satisfactorio. La del mar territorial que les corresponde y que España nunca ha delimitado en público, por razones comprensibles pero que creo equivocadas.

Convendría repasar para los no iniciados -aunque sea vertiginosamente- que el concepto de la extensión hasta 12 MN (Millas Náuticas) del mar territorial se fija definitivamente en la Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar de Montego Bay (Jamaica) del 10 de diciembre de 1982, en vigor desde el 16de noviembre de 1994. Las 12 MN se miden desde las llamadas líneas de base que todas las naciones habían fijado y publicado, sin más límite obligatorio que la equidistancia cuando la costa de otra nación se encuentra a menos de 12+12 MN de distancia.

España trazó y publicó las líneas de base peninsulares, de Canarias y Baleares en 1977 -bien avanzada la Convención- pero se “olvido” de mencionar a Ceuta, Melilla, Chafarinas y los Peñones. Marruecos había fijado las suyas un poco antes -ignorando totalmente la existencia de las anteriores- y España protesto tímidamente por medio de una nota verbal expresando su opinión de que el trazado marroquí de las líneas de base era incompatible con el Derecho Internacional.

Ha habido alguna escaramuza posterior con motivo de prospecciones petrolíferas pero la situación permanece básicamente en este impasse, evidentemente por el animo apaciguador español que nos lleva a adoptar una postura pasiva con Marruecos en todo estos asuntos, lo que no es correspondido, como claramente demuestra la construcción del puerto de Beni Enzar, en aguas de Melilla, tampoco protestado por España en su día. Si para entrar en Ceuta y Melilla se tuviera que atravesar el mar territorial marroquí, habría que hacerlo a través de una zona donde ejerce su soberanía pudiendo, por ejemplo, exigir previo permiso a los buques de guerra.

Casi todo en Derecho Internacional es opinable y yo añadiría que cambiable, cuando se tiene la fuerza y la constancia en el argumento. Por lo tanto mi punto de vista expuesto hasta ahora, es discutible también. Pero es que muy cerca hay un ejemplo de cómo se pueden hacer las cosas de otra manera por gentes con talantes no tan apaciguadores como el nuestro y con mejores resultados para ellos. Me estoy refiriendo a Gibraltar.

No voy a comparar los títulos por los que Gran Bretaña conquisto Gibraltar participando en una guerra dinástica española, ni el consiguiente tratado de Utrecht de 1713, con las razones históricas que avalan la pertenencia a España de Ceuta y Melilla desde el mismo momento de su formación como Nación. Voy a tratar de no entrar en política y tan solo señalar la diferente actitud británica y española con respecto a estas tres ciudades, específicamente en referencia a sus aguas.

Cuando el Tratado de Utrecht se firmó no existía el concepto de mar territorial y España -naturalmente- solo cedió las aguas interiores del puerto de Gibraltar. Pero cuando este concepto empezó a emerger, los británicos no dudaron ni un momento en fijarlo - en 3 MN por la equidistancia con Algeciras- en evidente contraste con la inacción española en los casos de Ceuta y Melilla. Claro que protestamos, pero no es lo mismo subir una montaña que bajarla. Estábamos a la defensiva sobre una decisión pública británica. Es verdad que hemos dado algún picotazo, como el de la zona comunitaria de protección ambiental asignada a España, pero tan tangencial que no afecta básicamente a nuestra reclamación de soberanía sobre las aguas en litigio. Es decir estamos en postura reactiva tanto al norte como al sur del Estrecho y por las mismas razones: no tomar la iniciativa en Derecho Internacional.

Reconozco que una eventual postura publica nuestra sobre el mar territorial -y no quiero complicar la situación hablando de la zona económica exclusiva- de Ceuta y Melilla tiene la dificultad añadida de los Peñones. Mandando buque de guerra he visitado numerosas veces Vélez y Alhucemas y he atracado con mi patrullero en Chafarinas. Tengo los mejores recuerdos de aquellos días y de sus entusiastas guarniciones, pero creo que constituyen un caso totalmente diferente que los de Ceuta y Melilla que son dos ciudades españolas y casi andaluzas, con habitantes reales. Creo que habría que tratar de desmilitarizar la situación de Vélez y Alhucemas fusionando el problema de la soberanía -que no afecta a personas en estos dos casos, sino tan solo a títulos históricos- y llegar a algún tipo de actividad conjunta con Marruecos en ellos. Chafarinas, un pequeño archipiélago al noroeste de la frontera argelino marroquí podría ser un caso diferente si se vinculase “civilmente” a Melilla.

Lo que quiero decir es que los “casos” de Ceuta y Melilla son completamente diferentes que los de los Peñones -por sus habitantes- y solo están unidos por la timidez española para actuar al temer empeorar la situación. Pero no nos engañemos, cuando hemos reforzado los símbolos de españolidad de nuestras dos ciudades -estatutos de autonomía, visitas de los Reyes- nada irreversible ha pasado con Marruecos, que hagamos lo que hagamos, nunca dejara de reclamar sus supuestos intereses cuando la situación le convenga.

Un poco de firmeza y tomar siempre la iniciativa suele ser una buena receta. Tenemos los ejemplos cerca. Los problemas, cuando están enfrentados intereses, no desaparecen por ignorarlos. Al contrario suelen empeorar para el que siempre está a la defensiva.

*Ángel Tafalla es Almirante.

Ex Segundo Jefe del Estado Mayor de la Armada y del Mando Marítimo OTAN de Europa Sur
 

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