PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - MARTES, 6 DE JULIO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Todo sea porque España gane el Mundial
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Tengo leído que Rubén Darío distinguía entre poetas secos y húmedos. Y que a éste, salvo excepciones, le gustaban más los húmedos, como él. Homero pone pasión a la hora de hablar del vino como para que no creer que gustaba de escribir bajo los efectos de una buena melopea. Hace tiempo descubrí que Balzac, además de alquilar negros para poder darle vida a su gran obra, se mantenía en estado de producir gracias a que hacía uso y abuso del café: al parecer, se tomaba cincuenta al día.

Umbral decía que su amigo Aldecoa se ponía hasta las cachas de whisky para escribir. Tampoco él se privó de estimularse en la medida que creyó conveniente. Aunque en el menester de drogarse para aguantar el tirón de la escritura se ha dicho que los norteamericanos han sido maestros. Para el recuerdo inmortal han quedado las curdas que se le atribuyen a Hemingway. De quien Lucía Bosé ha resaltado que borracho se parecía mucho a un ferroviario. Aunque no acabo de entender yo la similitud que pueda haber entre un borracho y ser empleado de RENFE. Y qué decir de lo que trasegaba y se metía en el cuerpo Tennessee Williams. Al autor de ‘Un tranvía llamado deseo’, ‘La Gata sobre el tejado de zinc’ ‘El Zoo de cristal’, entre otras grandes obras, se le atribuye el siguiente consejo una vez que vio a su novio escribir haciendo uso y abuso del seconal:

-Vas a escribir en seco. Esto se deja para después de los cincuenta, cuando ya no te va a dar tiempo de ser adicto a nada. Uno se muere.

Y es que el novio del gran dramaturgo estadounidense, por lo leído, copiaba a su maestro y amante a la hora de mezclar seconal con martini.

Cierto es que tan grandes escritores no usaban la botella para que les llegara la inspiración. Porque atiborrarse de whisky nos les servía para manejar a sus anchas ideas y metáforas. Pero sí les proporcionaba fuerzas suficientes para desterrar los convencionalismos, costumbres, rutinas, y tendencias a no halagar por sistema lo que la mayoría quería. Aun a costa de ser triturados por la máquina oficial del tiempo en el cual tocaba destacar al político de turno, al artista del momento, al rico de la época o al deportista convertido en mito de conveniencia. En suma: que esos monstruos de la literatura bebían para poder llevarles la contraria a todos los que se limitaban a hablar y escribir pensando en que la opinión de la mayoría es la mejor. Como si miles de golondrinas vieran más y mejor que unas pocas águilas imperiales.

El miércoles pasado, debido a unas molestias cervicales, decidí yo echarme al coleto un Espidifen 600 mg para poder ver mejor el España-Paraguay. Y a medida que transcurría el partido comprobaba, influido quizá por la estimulación, que Xabi Alonso seguía siendo una rémora para su equipo. Y que éste se hallaba a merced de los contrarios. Menos mal que los delanteros uruguayos, cansados por el duro trajinar al servicio de su sistema, no eran capaces de rematar. Y, como estaba drogado, caía en la cuenta de que penalti mal tirado suele ser parado -pareado- Y deduje que la mitomanía sobre el portero español resurgiría de manera huracanada. Gracias al fallo de Cardozo. Y que Del Bosque podría ser beatificado. Y que Luis Aragonés sería tachado de envidioso y miserable. Todo sea, pues, porque España gane el Mundial.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto