Salió a relucir su nombre en una
conversación y dije que no la veía desde que una noche de
verano consiguió cautivar a los onubenses durante las Fiesta
Colombinas de hace ya varios años. Y uno de los presentes me
respondió que me las apaño muy bien para mentir. Y, claro,
no me corté lo más mínimo en hacerle el siguiente elogio de
la mentira:
-Mentir no es sólo decir lo que no es. También y sobretodo
significa decir más de lo que es, y, en lo que respecta al
corazón humano, decir más de lo que se siente. Esto es algo
que hacemos todos para simplificar la vida (Albert Camus).
El nombre que salió a relucir donde yo estaba charlando de
todo un poco, fue el de Mabel Deu: consejera de
Educación y Cultura. La señora de la que se comentó, durante
una temporada, que gozaba de un tratamiento especial en mis
escritos. Y que incluso sus errores los convertía yo en
actuaciones de buen ver.
Y la señora Deu fue objeto de nombramiento, porque, al fin,
a la empresa Chocrón Joyeros le ha sido concedida la medalla
autonómica. Que le será entregada el próximo Día de Ceuta.
Cuya celebración será el 2 de septiembre. Y parece ser que
ella ha tenido mucho que decir en el momento de la
designación.
A la señora Deu, cuando se dejaba ver, ya que hubo un tiempo
en que ésta paseaba por la calle sin darse tregua, solía yo
hallármela y raro era el día en el cual no le daba el...
latazo acerca de que convenía distinguir cuanto antes a
Chocrón Joyeros. Por causas que son más que sabidas y que
habrán influido decisivamente en el galardón que se le va a
otorgar a una empresa que reúne los más variados atractivos
y valores y la hacen merecedora sobradamente de esa medalla
autonómica.
Cuando hablo de Chocrón Joyeros, lo hago por destacar el
nombre de la empresa; pero la medalla autonómica, al menos
para mí, cumple la función primordial de resaltar la vida de
Carlos Chocrón. La vida de un empresario que jamás se
ha parado a pensar que su edad -Carlos tiene sus años,
aunque muy bien llevados- puede ser motivo suficiente como
para atenerse de cometer locuras de expansión y riesgos
económicos innecesarios.
Hace ya tres décadas que me presentaron a CCH. Y la de cosas
que han pasado desde entonces. Y la de situaciones tan
imprevistas como dolorosas que ha tenido que vivir el hombre
que siempre se ha distinguido por ese gusto exquisito que
pone en todo cuanto hace. Pero no quiero hoy seguir
insistiendo en CCH como empresario. Que es el motivo
principal. Sino que aprovecho el momento, una vez más, para
reconocerle el enorme sufrimiento que ha sabido soportar
durante los años en que parecía que todos los dioses se
habían confabulado contra él. Con el propósito de ponerle a
prueba.
Una prueba que mi estimado CCH superó. Gracias a los suyos.
Por lo que Chocrón Joyeros cuenta actualmente con un equipo
magnífico. A cuyo frente está Moisés Chocrón. Ese
hijo de Carlos a quien le aterraba hacerse cargo de los
negocios. Y que ha terminado convirtiéndose en figura
principal alrededor de la que giran todos los movimientos de
la empresa.
Por lo tanto, no puedo por menos que congratularme de la
concesión de la medalla de la autonomía a Chocrón Joyeros.
Por merecida y por otras cuestiones que deben quedar para
mí.
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