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OPINIÓN - VIERNES, 16 DE JULIO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Antonio Tirado ‘Antonati’
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Te conocí un 18 de julio de 1982. Nos presentó Pepe Benítez. Tú estabas en tu sitio de siempre: en un recinto deportivo. En esta ocasión, recuerdo que disfrutabas viendo un partido de fútbol-sala en el polideportivo José Zurrón.

Comenzamos hablando del pésimo Mundial que había hecho la selección española. Y luego me deseaste lo mejor como entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta. Cometido que me había traído esa misma mañana a esta ciudad.

Cuando le pregunté a PB por ti, lo primero que me dijo es que eras el mejor amigo que los niños de Manzanera -tu barrio- tenían. Que amabas el fútbol de tal manera que generabas ilusión a raudales entre la chavalería. Que tu labor consistía en ser mensajero de una felicidad que se obtenía jugando en equipo.

Al día siguiente, durante el acto de presentación de la plantilla de la ADC, en el Alfonso Murube y en mañana donde el sol apretaba ya de lo lindo, te acercaste a mí con el fin de ofrecerme tu amistad y tus servicios. Y a partir de ese momento, Antonio, nuestras relaciones fueron siempre inmejorables.

Recuerdo, Antonio, de qué manera solías darme ánimos cuando la derrota del domingo aún permanecía en carne viva. Y lo hacías de forma que apenas notara yo que gozabas de saberes futbolísticos, que para sí lo hubieran querido profesionales de la cosa muy reputados.

Luego, Antonio, hubo una época, cuando yo gané la plaza de director de la Escuela de Fútbol y me nombraron asesor del IMD, en la que pensé en ti para que me ayudaras como conductor de niños que era. Y allá que vivimos un tiempo soñando con darle vida a un proyecto que fracasó rotundamente.

Pero tu seguiste a lo tuyo. Haciendo lo que mejor sabías: captar la voluntad de los niños para que se unieran a ti con el fin de que jugando pudieran sortear los peligros que les acechaban por todos los sitios.

Ay, Antonio, sé que te han hecho homenajes y han tratado de recompensar la labor que desarrollaste mientras tuviste un adarme de fuerza. Pero es que lo tuyo, tu entrega a favor de los niños de esta tierra, pertenece a las obras que no se pueden pagar con nada.

Sí, Antonio, ya sé que tales destacados carecen de valor en la hora de tu muerte. Pero es que antes de hacerte esta humilde y merecida necrología, creo haberte ensalzado otras muchas veces. Y hasta me he permitido, hace apenas nada, calificarte de loco de atar por el fútbol. Porque sin estarlo me sigue pareciendo que no es posible que terminaras convirtiéndote en ese forjador de sueños que los niños necesitan.

Tardará, Antonio, en nacer otra persona como tú, dispuesta a vivir intensamente el fútbol base. Ese fútbol donde, además de ser el vivero de grandes jugadores, los niños van aprendiendo acerca de la moral y de las obligaciones de la vida.

Mira, Antonio, hoy, en esta mañana de jueves, cuando Juan, tu hijo, me ha dado la noticia de tu muerte, lo primero que he pensado es que ésta se habrá producido como algo natural. Sin más. Y, desde luego, no me negarás que has podido disfrutar de un Mundial en el cual España, tu España, ha conseguido el título. Te lo merecías, Antonio Tirado, ‘Antonati’.
 

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