Dice el maestro Raúl del Pozo, que
los periodistas somos unos mercenarios. Y lleva razón puesto
que llevamos nuestra pluma al mejor postor. Hoy estamos aquí
y mañana si alguien nos ofrece una mayor cantidad de dinero
por realizar nuestra labor, nos largamos, como cada hijo de
vecino, hacia el lugar que más nos paguen. Eso no sólo pasa
en esta bendita profesión, sino en todas las profesiones.
Lo único que el auténtico periodista defiende aunque se
cambie de lugar de trabajo es mantener, dentro de sus
posibilidades, su independencia aunque, siempre, tendrá que
acatar la editorial del medio en que trabaja. Esta es una
cuestión en la que no cabe discusión alguna.
Aceptando todas estas normas establecidas dentro del
periodismo, como es el respeto a la editorial para el medio
en el que se trabaja, no me gustan los periodistas de
pesebre. Esos que por dinero son capaces de cambiar hasta su
forma de pensar y, de esa manera, perder algo tan
importante, como es su propia personalidad e independencia.
Estos periodistas de pesebres, que como la meigas haberlos
haylos, estómagos agradecidos llegan incluso, en sus
escritos o en las tertulias en las que intervienen
defendiendo, a veces lo indefendible, a insultar a la más
cortitas de las inteligencias del más mediocre de los
españoles.
Mismamente, las otras noches, haciendo zapping tratando de
encontrar en alguna cadena de televisión, un programa
interesante, me topé con una de esas tertulias en las que se
debatía la candidatura de Trinidad, la ministra de Sanidad,
a la Comunidad de Madrid.
Candidatura que según algunos de los contertulios arrimando,
por supuesto, el ascua a su sardina, alegaba que había sido
impuesta por el presidente Zapatero, ya que este según sus
propias palabras creía que Trinidad era la mejor candidata
para tratar de conseguir Madrid, en detrimento de Gómez del
que el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, hacía
una buena valoración, pero inferior a la que hacía de
Trinidad.
Total que se irá a unas primarias, donde ambos candidatos
competirían para ver quién es, al final, el elegido o la
elegida para la candidatura del PSOE por Madrid.
Indiscutiblemente, guste más o guste menos, a unos u a
otros, hay un poco de marejadilla en el seno del partido del
Gobierno, donde Gómez ha mantenido su postura de ser el
candidato negándose, en la entrevista mantenida con el
presidente del Gobierno, a retirar su candidatura por Madrid
obligando, con ello, a ir a unas primarias, cosas a la que
nos se quería llegar desde la cúpula del partido.
Hasta aquí todo normal dentro de lo que cabe. Lo que ya no
me pareció normal es que, unos de esos periodistas
intervinientes en el debate, sobre este asunto, manifestase,
que los problemas surgidos entre los socialistas, sólo tiene
un culpable y ese culpable es el Partido Popular. Manda… la
cosa.
Me parece perfecto que no se muerda la mano de quien le da
el pan que se come. Pero, tío, no nos tome por gilipollas.
¿O no?
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