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OPINIÓN - JUEVES, 19 DE AGOSTO DE 2010

 

OPINIÓN / SNIPER

Ceuta, Melilla y el profesor Morales Lezcano
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Mientras en España se sigue discutiendo sobre si son galgos o son podencos, la estrategia marroquí en Melilla, siguiendo el viejo principio de Julio César, está empezando a dar sus frutos: divide y vencerás. El ex Presidente Aznar se planta en la frontera de Beni Enzar y, para el PSOE, la causa del acoso marroquí parece que es.... ¡el PP!. Por lo demás, corifeos y estómagos agradecidos se apresuran a censurar al Partido Popular o a UPyD entre otras formaciones políticas, mientras recomiendan la peor y más torpe de las tácticas que puede emplearse al abordar un conflicto con un país como Marruecos, de estirpe árabo-amazigh y musulmán, para el que componendas y pactismos son interpretados como símbolos de debilidad y ésta es, en sí, abiertamente despreciada. En roman paladino, achicarse o retroceder es favorecer el avance del contrario o si lo prefieren se lo escribo de otro modo: terreno que se abandona, terreno que se ocupa. Digo y digo bien.

Siempre he defendido la dimensión africana de Ceuta y Melilla, así como sus valores ciudadanos respaldados por una Constitución abierta y tolerante que para sí quisiera Marruecos. También he mantenido, contra viento y marea, la necesidad de un diálogo abierto y franco con nuestros vecinos del sur, diálogo en el que a título personal pienso que se puede abordar todo… menos la soberanía. Conociendo algo de los entresijos que se esconden en las torvas y espesas relaciones hispano-marroquíes, así como algunos de los escritos en El Imparcial del profesor Víctor Morales Lezcano, catedrático emérito de la UNED, no me han extrañado demasiado sus recientes declaraciones al diario La Provincia de Las Palmas y que éste medio (del grupo Editorial Prensa Ibérica, con el que una vez más estoy también colaborando) reproduce en su edición del pasado domingo día 15. El titular no tiene desperdicio, ni en la forma ni en el fondo: “Convendría negociar sobre Ceuta y Melilla con Marruecos” (sic). Reflexión de peso en boca de un reputado investigador (hemos coincidido en los últimos tiempos en Tetuán, Larache y Kabila), autor de una voluminosa obra sobre Historia de Marruecos editada, si mal no recuerdo, hace uno o dos años como mucho y que parecen seguir la estela de el diplomático Máximo Cajal, asesor del Presidente Rodríguez Zapatero.

En cuanto a la política seguida por el vecino país del sur respecto a sus diferencias territoriales con España, mi estimación es que Marruecos se equivoca una vez más. Me permito recomendar a Rabat que en todo caso, al igual que hace con Francia, debería intentar engatusar a España y no acosarla. Marruecos no parece valorar que, al igual que nunca más volveremos a ser un país musulmán pues si algo une firmemente a los españoles es la cultura del vino y el jalufillo (que del cerdo son ricos hasta los andares), en política exterior la opinión pública española se une fácilmente frente a un enemigo tradicional, real o imaginario, como ha sido históricamente Marruecos. Habíamos avanzado bastante, la imagen del viejo Reino de Maruecos, un país en rápida evolución y embarcado hacia la modernidad de la mano del joven soberano Mohamed VI, estaba empezando a cosechar comprensión y simpatía entre los españoles y, mira por donde, ese activismo radical en Melilla puede volverse como un boomerang en contra de sus animadores. Mohamed VI debería calibrar mejor la estrategia seguida contra España; sinceramente pienso que está otra vez muy mal aconsejado, permitiéndome recordarle afectuosamente a su Majestad que los cortesanos han sido, siempre, la ruina de muchas monarquías. El mismo Alfonso XIII lo comprendió demasiado tarde.
 

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