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sociedad - VIERNES, 20 DE AGOSTO DE 2010


subsaharianos en el campo. m.z.

INMIGRACIÓN
 

“Todos los sitios donde
hay futuro son Europa”

Parte de los subsaharianos que llegan al Norte de Marruecos dice que se quedarían
en el país vecino si pudieran “encontrar
un trabajo y tener una vida digna” en
él, según un trabajo de campo de la
oenegé alemana World Unite!
 

CEUTA
Gonzalo Testa

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Europa va más allá, en el imaginario de los inmigrantes subsaharianos que salen de sus países de origen en dirección al Norte, del territorio comprendido entre el Estrecho de Gibraltar y los Urales. “Todos los sitios donde hay futuro son Europea” fue una de las frases que más impactaron a la voluntaria de la oenegé alemana World Unite! Ursula Dollinger durante las semanas que permaneció en Tánger y sus alrededores entrevistando a decenas de ellos.

“He pasado semanas”, explica a este periódico desde Tanzania, donde tiene su base de operaciones desde hace años, “hablando con hombres, mujeres y niños a los que he escuchado algunas verdaderamente espeluznante historias”. “No, ellos no están aquí por la aventura, o porque el estado de ánimo los trajo. Vinieron”, explica, “porque no podían alimentar a sus familias o porque no estaban seguros en sus propios países”.

“Llegaron a Marruecos”, resume, “porque no veían una manera de permanecer en sus países de origen pero ahora, les pregunté después de todo lo que han vivido, cuáles son sus opciones”. Dollinger les ofreció tres alternativas básicas: perseverar en su sueño de cruzar el Estrecho; volver a los lugares de los que partieron o quedarse en Marruecos.

“La primera opción es, claro, la que todos quieren”, resume sus conclusiones la voluntaria alemana, sorprendida de que después de tantas penurias el sueño siga teniendo aliento. “Pero sí, me di cuenta en sus grandes sonrisas de que sí, de que la ilusión es suficiente para mantenerles enfocados en su objetivo aunque asuman”, lamenta, “que lo más probable es que terminen haciendo algo ilegal, en trabajos mal pagados y enfrentados al racismo al menos en la misma medida que lo hacen en Marruecos”.

Esa, la de no cejar en el empeño, es la opción mayoritaria pero no la única: “Aunque la mayoría de los subsaharianos siente que quedarse en Marruecos no sería una opción viable, bastantes dicen que se quedarían si tuvieran la oportunidad de encontrar un trabajo y de tener una vida digna”.

Según Dollinger “muchos de mis entrevistados tienen un gran potencial que ofrecer que no sería ningún mal negocio para Marruecos: formación, idiomas, gente capacitada y físicamente fuerte dispuesta a trabajar duro: ¡qué desperdicio de recursos, su reducción a los mendigos en las calles de Tánger!”, brama.

Dar media vuelta y deshacer lo andado sería, en un mundo ideal, la opción predilecta. “Todo el mundo me habló con emoción acerca de su patria, pero si un país está tan desgastado por los conflictos, la pobreza, la corrupción y la ineptitud de sus dirigentes, ¿quién puede culpar a los jóvenes por tratar de construir un futuro en otra parte?”, se pregunta la alemana, que llegó a Tánger de la mano de la asociación local Chabaka.

“Esa opción de futuro resulta bastante difícil de concretar porque es difícil volver con las manos vacías después de establecer grandes esperanzas y sueños”, comprende la posición de los subsaharianos e invita al periodista a hacerlo: “¿Qué haría usted de vuelta a casa si la situación de la que huyó no ha mejorado, si ha gastado todos sus ahorros para llegar adonde está ahora? Incluso si pudiera encontrar el dinero para el viaje de regreso, ¿cómo hacer frente a la vergüenza de haber renunciado, que es la impresión que se va a encontrar allí?”, llama a reflexionar. En otro contexto imaginario (con dinero en el zurrón, el sueño más o menos cumplido, el viaje terminado...) Dollinger constató que sí, que entonces “una mayoría optaría por la posibilidad de volver a casa siempre que la situación haya mejorado también”.

Una vida “decente y segura”


“Para el colectivo de subsaharianos todo se reduce a forjar una vida decente en condiciones de seguridad para ellos mismos y para su familia”, afirma la voluntaria alemana, que cree que es ahí donde radica “la fuerza impulsora detrás de todas las migraciones conocidas a lo largo de la Historia, una fuerza vital básica que ha asegurado la supervivencia de la humanidad hasta nuestros días”.

Sólo con ese motor se entiende que persista la sonrisa y la ilusión en rostros que dejaron sus países de origen “porque no podían ver un futuro allí” y tomaron la senda de la penalidad en busca de Europa, del paraíso, donde quiera que esté. “Muchos pagaron grandes sumas a revendedores que les prometieron una buena vida; cruzaron el Sahara a pie o en la parte trasera de camiones, sobornaron a las patrullas fronterizas, fueron enviados de vuelta varias veces, padecieron el hambre, la sed y la enfermedad y dejaron atrás a un número indeterminado de compañeros que nunca pudo llegar tan lejos”, enumera con pasión Dollinger.

Ahora están aquí al lado, en el Norte de Marruecos, tan cerca y tan lejos de su objetivo: “España, Europa, la Tierra Prometida”. “¡Y lo que les queda!”, avisa reproduciendo lo que ha escuchado la voluntaria de World Unite!: Casi todos son conscientes de que es más que probable “que haya sido más fácil para cubrir miles de kilómetros desde Nigeria, Camerún, Sierra Leona o Malí que hacer los últimos 14 km de la costa española”.

“Bastantes de ellos están allí desde hace años ya, sin pasaportes, sin estatus legal y sin posibilidad de encontrar trabajo, enviar a sus hijos a la escuela o conseguir un lugar decente para vivir pero su actitud positiva es inspiradora porque diez años de vivir a salto de mata en estas condiciones deprimentes no han destruido sus espíritus”, se alegra, finalmente.
 


Unos mil subsaharianos viven en Tánger, sus alrededores y el entorno de Ceuta

Según los cálculos de Dollinger y Chabaka se estima que hay unos mil inmigrantes subsaharianos que viven en Tánger y sus alrededores. “No todas ellas han encontrado un refugio con paredes y un techo, y algunos optan por acampar en los bosques cercanos a la ciudad marroquí y a Ceuta”, explica la voluntaria alemana, que llegó a la ciudad del Reino alauita para acometer la tarea, junto a la oenegé del país vecino, de realizar entrevistas personales con los inmigrantes para “obtener información de primera mano sobre sus experiencias, sus circunstancias de vida presentes, sus esperanzas, sus temores y sus sueños”. “Se trata”, resume Ursula Dollinger, “de desarrollar una agenda de acción y atención basada en el diálogo en lugar de en los supuestos”.
 

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