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sociedad - MARTES, 24 DE AGOSTO DE 2010


padres del fallecido. archivo.

obito
 

El joven buzo Jesús Lladó recibe sepultura en unas exequias multitudinarias

El submarinista que perdió la vida el viernes fue incinerado en Santa Catalina tras el responso celebrado al mediodía de ayer
 

CEUTA
José García

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El cuerpo sin vida del joven submarinista ahogado el viernes, Jesús Lladó, fue incinerado ayer en el Cementerio de Santa Catalina tras un breve pero emotivo responso en la capilla ardiente instalada en el tanatorio de San Amaro, no demasiado lejos de donde se lanzó a practicar la pesca submarina y resultó engullido por las aguas.

Los restos mortales del joven submarinista que perdió la vida el viernes, Jesús Lladó Murcia, abandonaron ayer el tanatorio municipal camino de la eternidad poco después de las doce del mediodía.

Durante todo la jornada del domingo y las primeras horas de ayer, la morgue fue recibiendo a infinidad de amigos, conocidos y autoridades que quisieron trasladar a la familia su pesar por la pérdida de este querido vecino de Ceuta, que abandonó a los suyos cuando tenía tan sólo 24 años de edad.

Una vez celebrado el breve pero emotivo responso en la capilla ardiente preparada para orar por su alma, el féretro fue conducido hasta el cementerio, donde fue incinerado para dejar descansar sus cenizas junto a sus seres queridos.

El velorio se había convertido en un trasiego de familiares y amigos de Jesús que no podían contener las lágrimas ante la repentina pérdida del joven submarinista. Sus vínculos familiares y amistosos eran amplios, y entre los asistentes pudo verse al presidente de la Ciudad Autónoma, Juan Jesús Vivas, la portavoz del Gobierno de la Ciudad, Yolanda Bel, y el consejero de Gobernación, José Antonio Rodríguez.

Sus padres, a bordo de un vehículo negro, fueron los primeros en abrir la comitiva que acompañó al coche fúnebre hasta la necrópolis de Santa Catalina, donde le ofrecieron su último adiós en una situación mucho más privada. Huelga extenderse sobre el dolor dibujado en el rostro de los dos progenitores del joven submarinista.
 

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