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OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE AGOSTO DE 2010

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES. 23

A mí me cae la mar de bien Pepe Jordán. Por lo que, en cuanto se me presenta la oportunidad, me pongo a hablar con él sin que el tiempo me preocupe lo más mínimo. Lo cual ha ocurrido hoy en el Hotel Parador La Muralla. A Jordán lo acompaña Pepa, su señora, de la que nunca me cansaré de decir que es encantadora. Yo la definiría de otra manera. Pero creo que mi modo de verla debe tener nada más como oyentes a ella y a su señor marido. Jordán es persona dialogante. Con quien da gusto conversar. Máxime cuando le da por hacer acopio de su memoria y saca a relucir hechos de un pasado lejano que uno gusta de oír. El hablar, como el escribir y el leer, ayuda a pensar. Y hablando, con quienes saben hacerlo, se aprende muchísimo. Se debe hablar de todo. Lo malo es que los hay que no salen de lo mismo. Y terminan durmiendo y durmiéndose ellos. Gracias a Pepa y a Pepe por el rato tan agradable que me han hecho pasar.

MARTES. 24

Muchas son las veces que me tropiezo con Manuel Díaz, “Lolo”. A quien conozco desde hace la friolera de veintinueve años. Y en cuantas ocasiones nos vemos, Lolo siempre tiene palabras de aliento hacia mi persona. Y que son merecedoras de reconocimiento por mi parte. Manuel Díaz nació cantando. Y lo seguirá haciendo hasta el fin de sus días. Lolo es un artista que lo ha tenido todo para convertirse en un profesional del cante en su momento. Pero hizo uso de ese refrán que dice que más vale pájaro en mano que ciento volando. O lo que es lo mismo: no quiso arriesgar por temor a perder el empleo, y que los suyos se quedaran a la intemperie. A Lolo le chiflan, desde que tuvo uso de razón, los cantes de ida y vuelta. Dentro de ese estilo se engloba la milonga, la vidalita, la rumba, la colombiana y la guajira entre otros. A Lolo hay que prestarle mucha atención cuando se arranca a cantar porque sí. Porque está a gusto. Porque le da la real gana. Y porque se siente capacitado para deleitar a quienes coincidan con él en el momento que le da por decir esta voz es mía y hago con ella lo que me apetece.

MIÉRCOLES. 25

Ayer estuve en el Murube para ver el partido de la Copa del Rey entre el primer equipo de la ciudad y el Atlético Mancha Real. Mi localidad estaba muy cerca de la que tenía Ángel Muñoz Vega. Y hablé con él unos minutos. Fue en mayo pasado, precisamente, cuando tuve el placer de dedicarle una columna al padre del editor de este periódico y presidente de la Asociación Deportiva Ceuta. Para contar, entre otras varias cosas, cómo Muñoz Vega deseaba que la selección española fuera campeona del Mundo. Y, puesto a pedir, me dijo Muñoz Vega que la felicidad sería completa si acaso se produjera también el ascenso de la Asociación Deportiva Ceuta. Lo primero se cumplió. Y, tras recordárselo, le dije que lo segundo quizá pueda darse muy pronto. Máxime viendo cómo el equipo se desenvuelve en el terreno de juego. Junto a Ángel Muñoz Vega, y haciendo de ángel de la guarda, estaba uno de sus muchos nietos. En esta ocasión, le tocaba el turno a David: el menor de los hijos de José Antonio Muñoz.

JUEVES. 26

Durante la cena se charla de todo un poco. De la crisis, de lo ocurrido en Melilla, de lo bien que le ha venido a la ciudad la designación de José Fernández Chacón como Delegado del Gobierno -de quien me permito adelantar que se le echará de menos cuando ya no esté-, y de que agosto está tocando a su fin y habré de volver al tajo. De pronto surge el nombre de Conchita Iñiguez: esposa de Pedro Gordillo. Y a mí me falta tiempo para decir que se ha conducido, tras lo ocurrido en su día a su marido, como una gran señora. Lo que es. Conchita, con la que hasta hace apenas un año nunca había hablado yo, ha comprobado en muy corto espacio de tiempo de qué manera los que decían ser sus amigos y le doraban la píldora a cada paso le dejaban de hablar y le retiraban el saludo. Una situación dolorosa que me consta ha superado. Eso sí: gracias al afecto de otras muchas personas que nada le debían. Al final de la cena, y cuando ya hacía tiempo que habíamos dejado de hablar de Conchita, yo levanté mi copa para brindar por ella.

VIERNES. 27

El calor se deja sentir y, por tanto, la mañana invita más a permanecer en la piscina del Hotel Parador La Muralla, donde se está de maravilla, que a pasear por la ciudad. Pero a mí, no sé por qué motivo ni razón, me da la ventolera por hacer lo segundo. Y la suerte me acompaña. Puesto que a la altura de la Plaza de los Reyes me topo con Ramón Cutillas García y decidimos sentarnos en la terraza de una cafetería, donde la sombra nos cobija mientras le damos a la sinhueso. Y debo decir que nos cundió. De Ramón Cutillas ya he escrito en otras ocasiones, para decir cosas agradables de él. Las mismas que diría hoy si la galbana no se hubiera apoderado de mí. Quien parece estar inmunizado contra la galbana es Ramón Ruiz. A quien, tras despedirme de Cutillas García, lo encuentro en ‘El Mentidero’. Y nos enfrascamos en una conversación de fútbol. Porque Ramón me pide que le hable de la Asociación Deportiva Ceuta. Y le voy contando detalles del equipo. Todos favorables. “¿Qué hay de los defectos?”, me pregunta él. Los defectos que los cuenten los especialistas en escribir sobre este deporte. En suma: que RR, con sólo invitarme a una cerveza, quedó enterado de todo lo bueno que le he visto al equipo tanto en Rota, frente al Xerez Deportivo, como en el Murube contra el Atlético Mancha Real. Ojalá que en Écija se repita la historia..

SÁBADO. 28

Juana Romero Lavi es paisana mía. O sea, que nació en El Puerto de Santa María. Juana está harta de decirme que la nomine como Juanita. Pero a mí se me olvida siempre de atender a su ruego. Y ella no duda en recordármelo a cada paso. A Juanita siempre se le encuentra risueña, con esa expresión tan suya y tan llena de vitalidad. Hoy, cuando la saludo en la piscina del Hotel Parador La Muralla, se halla conversando con Carmela Partida. Otra mujer con la que charlar siempre es motivo de satisfacción para mí. De modo que disfruto pegando la hebra con ambas. Juanita, por si ustedes no lo saben, está casada con Pedro Fernández Olmedo: director del Hotel Parador La Muralla. Juanita y Pedro Rezuman amabilidad.
 

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