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OPINIÓN - JUEVES, 9 DE SEPTIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Las pamplinas de Vicente del Bosque
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Luis Francisco Esplá, torero alicantino con fama de ilustrado, tuvo que escuchar en una de sus actuaciones en la Maestranza sevillana, en la que estaba haciendo alardes de sus dotes como “director de lidia” y demás recursos enciclopédicos, lo que un aficionado, harto de tanta “variedad”, le gritó:

-¡Esplá, tienes más pamplinas que un mueble bar!

Semejante comentario, de una demoledora concisión e intención, se me viene a la memoria nada más conocer la alineación que presenta España frente a Argentina en el “Monumental” del River Plate. Así que me dije para mí: “ni siquiera Vicente del Bosque, con la cabeza tan bien amueblada, se salva de comportarse como lo hizo el maestro alicantino, en aquella tarde de feria sevillana.

A Del Bosque, por más que haya dado pruebas evidentes de su mesura, educación, saber estar, bondad, sapiencia futbolística, y de tantas otras cualidades que le han ido descubriendo y aireando, todos los que se suelen apuntar al carro de los éxitos, tras ganar el Mundial de Sudáfrica, las pamplinas le salieron a relucir en el sitio menos indicado y ante un rival sediento de éxitos y con poder suficiente para dejar en ridículo a cualquier selección. Por muy campeona del Mundo que ésta sea.

De las pamplinas no nos salvamos nadie en esta vida. Ni siquiera la persona más centrada, sobria, equilibrada y hasta capaz de habernos convencido de que se muestra ajena a los ditirambos y halagos encadenados, como es el caso del seleccionador nacional. Las pamplinas y los melindres, los remilgos y los caprichos, antes o después, salen a relucir en el momento más inoportuno. Porque no hay humano que no acabe endiosándose cuando lo colman de honores por todos los sitios.

El primer aviso de que Del Bosque estaba todavía suspendido en una nube, la tuvimos en el partido contra los mejicanos, un día del agosto pasado, en el Azteca. Cuando Guardado, Giovanni dos Santos y Chicharito se presentaron ante Casillas, una y otra vez, y lo mismo que le hicieron un gol pudieron hacerle tres. Y si no lo consiguieron fue porque entre mejicanos y argentinos, en cuestiones futbolísticas, hay todavía una diferencia abismal.

Antes del partido, alguien me llamó para hablarme de la ADC y, de paso, me pidió mi opinión del Argentina-España. Y le dije, no tengo por qué jurar, que podía ser el día más triste en la vida deportiva de Reina. Que me parecía una faena darle la oportunidad de parar en ‘El Monumental’. Cuando el seleccionador tuvo a huevo concederle la titularidad en el partido jugado en Lichtenstein. Como prueba de confianza o premio a sus cualidades profesionales y personales.

Pero las pamplinas, de las que nadie está libre, y mucho menos los que han conseguido situarse en el pináculo de la fama, suelen ser malas consejeras y siempre terminan causando estropicios. España tiene un estilo de juego y con él, estando en el campo Xavi Hernández e Iniesta, a pleno rendimiento, resulta una selección extraordinaria. Verdad de Perogrullo. Aun así, con ellos en estado de gracia, tampoco nos aseguraría el triunfo teniendo enfrente a los argentinos con Messi, en su sitio ideal, y a Higuaín arropado por futbolistas como Tevez y ese medio centro, escudo protector de la defensa, que se llama Mascherano. Las pamplinas, basadas en una absurda alineación, se cobraron una víctima: Reina. Y nos ha dejado ver el lado caprichoso del seleccionador.
 

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