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sociedad - DOMINGO, 19 DE SEPTIEMBRE DE 2010


el general Antonio Torrecillas. j.m.g.

ENTREVISTA / Antonio Torrecillas, combatiente en Sidi Ifni
 

«Al perder la pierna comencé a estudiar para aparejador, pero fui incapaz de dejar el mundo militar»

Antonio Torrecillas, que perdió una pierna en Sidi Ifni durante la llamada ‘Guerra Ignorada’, explica cómo continuó su carrera tras este accidente y desvela las claves de un conflicto “que muy pocos recuerdan en España”
 

CEUTA
José Manuel Gómez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El 16 de junio de 1958, Antonio Torrecillas perdió su pierna en Sidi Ifni en “una operación sencilla” en la que tuvo “verdadera mala suerte”. Y, aunque después de aquel accidente comenzó a estudiar para ser aparejador, este vecino de la ciudad y emblemático militar fue incapaz de “dejar el Ejército, lo que verdaderamente me gustaba entonces y lo que nunca ha dejado de llenarme”. Torrecillas, que ha servido en la ciudad en la Legión y en Regulares, narra cómo siguió adelante con su carrera militar a pesar de contar con una única pierna y desvela las claves de la conocida como ‘Guerra Ignorada’, la “extremadamente poco nombrada guerra” en la cual tuvo el accidente que le terminó cambiando la vida.

Pregunta.- ¿Cuándo llegó a Sidi Ifni y cuánto tiempo estuvo allí?

Respuesta.-Realmente, estuve muy poco tiempo destinado en Sidi Ifni. Llegué allí el 5 de noviembre de 1957 y el 16 de junio del siguiente año me hirieron y ya me evacuaron a Madrid.

P.-¿Qué situación política había en el Sidi Ifni que usted conoció?

R.-Ya había complicaciones desde que Marruecos consiguió la independencia, pero hubo un problema más que fue el definitivo. España tenía dos zonas de protectorado, la norte y la sur, y el Gobierno de la época determinó que la zona sur se podía anexionar al Sáhara Español y, cuando se otorgó la independencia, únicamente se la dieron a la zona del norte. La del sur siguió bajo la soberanía española y esto trajo la llamada ‘Guerra Ignorada’, que aunque es muy poco conocida, le costó a España 200 muertos, más de 570 heridos, 80 desaparecidos y 40 prisioneros.

P.-¿Con qué grado llegó a su nueva misión en Sidi Ifni?

R.-Llegué como teniente desde la Academia General Militar de Zaragoza. Era de la décima promoción.

P.-¿Y cómo le hirieron?


R.-Tuve verdadera mala suerte. Cuando se hizo el Plan de Defensa de Sidi Ifni, sólo se habían recuperado 120 kilómetros cuadrados de alrededor de 1.500, y en el cinturón defensivo que rodeada a la ciudad había una posición destacada que era preciso ocupar permanentemente porque desde esa posición se podía atacar a la propia Ifni. Dicha posición obligaba a tener siempre listos convoyes de aprovisionamiento. El caso es que yo, como teniente, ya había organizado varios y, el 16 de junio de 1958, me tocó organizar el convoy fatal. Llevábamos 3 secciones y una tenía que ocupar un espolón avanzado desde el que se podía tirar a la ruta del convoy. Ocupé ese espolón con mi sección y todo salió bien pero, al volver al puesto de mando, volé por los aires. Era una operación más sencilla que otras que habíamos llevado a cabo y, además, los zapadores descubrieron que no había más minas en la zona. No hubo tampoco bajas: sólo mi herida. Después me evacuaron.

P.- ¿Cuándo finalizó la ‘Guerra Ignorada’?


R.-En la época España, aunque tenía pactos con países como Argentina o Portugal, no estaba en una buena situación internacional y sólo tenía una amistad fuerte con países árabes. Por eso, no interesaba que esta guerra se conociese y por eso fue tan corta. Duró apenas 100 días: del 5 de noviembre al 5 de marzo de manera oficial, aunque los tiros siguieron un poco más.

P.- ¿Cómo marchó después su carrera militar?


R.-Tuve notables dificultades por el hecho de contar con una pierna menos, pero muchos me ayudaron en mi carrera posterior. Estuve en Ceuta en la Legión y en Regulares, donde fui coronel. Y después tuve otros destinos: fui profesor principal de la Escuela Superior del Ejército, pude ser miembro del Gabinete del Ministro o pude trabajar en el seno del Estado Mayor Central.

P.- ¿Le costó rehacer su vida tras perder su pierna? ¿Por qué decidió continuar con la vida militar?

R.- Recuerdo que me costó mucho trabajo andar. Es muy bonito poder andar. A veces, en el campamento, en vez de estar con mis compañeros, me quedaba en la tienda porque tenía la pierna en carne viva y tenia que echarme pomadas y estar bien al día siguiente. Pero también he terminado recorridos difíciles que otros no han terminado.Cuando me cortaron la pierna, en un principio, comencé a prepararme para ser aparejador, pero lo dejé. No podía dejar mi vida militar: era lo que me gustaba y lo que siempre me ha llenado. Después llevé a cabo otros estudios, pero siempre en el Ejército.
 

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