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OPINIÓN - MARTES, 21 DE SEPTIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mi presencia en el Murube
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

De comentarios andaba yo, durante el descanso del partido Asociación Deportiva Ceuta-Caravaca, cuando se me acercó Manolo Blasco para conocer, así como quien no quiere la cosa, lo que se me había perdido a mí en el Alfonso Murube. Y a mí, claro está, que no necesito profesar de listo para coger las indirectas al vuelo, se me ocurrió responderle que si voy al Murube es porque deseo muchísimo que quien dirige los destinos del primer equipo de la ciudad consiga los mejores logros durante su etapa en la presidencia. Pero puesto ya a responder, dado que conozco el percal, no tuve el menor inconveniente en mostrarle a mi estimado MB la entrada de tribuna. Cuyo coste es de veinte euros. Para que tomara nota de que como yo voy al fútbol pagando religiosamente, siempre he decidido mi asistencia cuando me ha dado la real gana.

Y, por si fuera poco, nunca he tenido inconveniente alguno en informar a quien me lo haya requerido de las virtudes y defectos del equipo local, durante el juego. Lo cual no deja de ser, por mi parte, un acto de desprendimiento. Ya que pocos profesionales de la cosa están dispuestos en todo momento a emitir sus opiniones sin cobrar por ellas.

Del partido ADC-Caravaca, durante la primera mitad, opiné lo siguiente: una vez más, Carlos Rivera (8) ha sido capaz de hacerse con el mando de la zona vital del medio terreno y ha conseguido que el Caravava parezca mejor equipo de lo que es. El tal Rivera, al igual que cuando pertenecía al Marbella, llegó al Murube convencido de que este campo se le da muy bien. Y maniobrando con sencillez pasmosa, que para sí la quisieran futbolistas más encopetados, maniató a sus adversarios y le otorgo la oportunidad de lucirse a Campillo. Compañero de línea –número 6-, cuya labor fue a más y completó otro buen partido. Generando ambos, con su trabajo a destajo, confianza a todos sus compañeros.

Entre Rivera y Campillo hicieron posible que se igualara el partido entre dos equipos con aspiraciones bien distintas. Por razones obvias. Y nos permitieron comprobar que en el equipo local hay varios jugadores que deben entregarse en la contienda. Vamos, que han de correr mucho más y dar más pruebas de entusiasmo. Ya que el fútbol es un deporte de conjunto donde si tres o cuatro componentes deciden sestear, durante equis minutos, los demás se ven obligados a repartirse la carga de trabajo.

En el fútbol nunca valió jugar andando ni mucho menos estar en el campo dando muestras de indolencia. Para comportarse así, cualquier futbolista necesita terminar todos las temporadas marcando veinte goles como mínimo. De lo contrario, su titularidad pronto será puesta en duda. Vivir de la renta de tres pasecitos mientras se le exige a los demás compañeros que trabajen a destajo, es comportamiento que se debe evitar cuanto antes.

En la segunda parte, y a medida que Rivera fue notando cierto cansancio, el equipo entrenado por Joao de Deus fue a más. Y llegó el gol de Cañas (el cual, aunque no haya hecho una pretemporada ideal, respira marcialidad por los cuatro costados). Y luego, como no podía ser de otra manera, marcó Javi Navarro. Me alegro por él. Pues Javi ha comprendido que si a su experiencia y calidad le suma voluntad y espíritu de sacrificio, será doblemente válido. En Jumilla conviene sacar a relucir el carácter del conileño.
 

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