PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - MIÉRCOLES, 22 DE SEPTIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Calles peligrosas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El día 19 de septiembre del corriente año, se me ocurrió escribir que Ceuta estaba tan bonita que no se podía aguantar. Y lo hice sin atender a quienes me habían aseverado que todo era fachada. Y me alertaban de cómo pasear por el centro de la ciudad se había convertido en un ejercicio de alto riesgo. Un riesgo al que yo, ingenuamente, creía que sólo estábamos expuestos los vecinos de las barriadas.

En la mía, por ejemplo, es decir, en la Avenida del Ejército Español, he visto en varias ocasiones perder el equilibrio a personas que se deslizaban a pie desnudo y se pegaban la costalada por culpa de un pavimento que tiene todas las trazas de ser una pista de hielo permanente. En tres ocasiones, y desde mi terraza, he sido testigo de cómo personas mayores eran víctimas de un empedrado resbaladizo y se fracturaban la cadera en un santiamén.

La tragedia de ese momento es tan cruda como difícil de relatar y, desde luego, de olvidar. Ver a alguien tratando de asirse al aire y yéndose contra el suelo es tan desagradable como darse cuenta de que estamos a merced de un imprevisto capaz de hacernos perder la vida. O dejarnos cautivos de un vivir al que renunciamos. La última vez que me tocó ver a un hombre deslizándose sobre la acera, la tengo grabada en la memoria: el hombre falleció al mes. Por causa, posiblemente, del tremendo choque de su cabeza contra un poyete de mampostería.

Pues bien, a pesar de cuanto he dicho, y a pesar de que me han venido poniendo al tanto de que Ceuta es la ciudad donde más personas se caen por sus calles y más fracturas se producen por mor de unas losetas que parecen destinadas a causar dolor y miedo entre los transeúntes, a mí se me ocurrió escribir el día 19 de septiembre del corriente año, que Ceuta estaba tan bonita que no se podía aguantar.

Y ahora estoy acordándome de todos mis antepasados. Y hasta poniendo en duda mi sentido común. En una palabra: siento vergüenza por haber elogiado la belleza de una ciudad que tiene en el suelo una especie de corredor de la muerte. Y se hace necesario saber a paso de legionario quién ha sido el técnico del Ayuntamiento que ha convertido el suelo de Ceuta en una trampa mortal. Trampa que está ocasionando accidentes que desgracian la vida de personas que pierden la verticalidad en un amén. Y se van al suelo, créanme, estando las losetas secas, y qué decir cuando caen dos gotas y las losetas se convierten en una pista de patinaje.

El lunes pasado, a esa hora vaga de mediodía, cuando venía yo paseando desde la plaza de los Reyes hacia la de África, con todas las precauciones habidas y por haber, porque notaba que el suelo estaba ávido de cobrarse una víctima, perdí la compostura y di con todos mi huesos en el suelo, a la altura del conocido como edificio de Trujillo.

Fue un resbalón espectacular y me pegué un jardazo tremendo. De los que salir ileso obligan a creer en Dios para siempre. Cierto es que supe caer y levantarme como hacen los toreros valientes cuando son volteados por el morlaco de turno: sin mirarme la taleguilla. Lo cual no fue obstáculo para que me acordara, y no para bien, de los que tenía que acordarme.

El accidente no es razón que autorice a desterrar los riesgos de la vida, pero el accidente no debe producirse cuando pudo evitarse.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto