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OPINIÓN - DOMINGO, 26 DE SEPTIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Premiados en el Día de la Merced
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El viernes pasado, debido a la celebración del día de la Virgen de La Merced, Patrona de las Instituciones Penitenciarias, acudí al centro de Los Rosales dispuesto a disfrutar de ese momento en el cual se les entrega a funcionarios y personas vinculadas de algún modo a la prisión, premios merecidos por sus actuaciones y comportamientos destacados, que tanto bien hacen a quienes están privados de libertad.

Confieso que me siento la mar de bien cuando observo esa mezcla de entusiasmo emocionado con la que los galardonados suelen acudir a recoger el objeto que certifica que un día alguien, en este caso el consejo de la Dirección de Los Rosales, valoró en gran medida el trabajo que vienen realizando.

No me extraña, pues, que Mónica Ortega haya declarado que, como voluntaria, está “enganchada” a la prisión. Y es que la labor de MO consiste en hacer que las reclusas pasen un tiempo entretenidas y aprendiendo cosas, para evitar que los mengues se les metan en la cabeza. Ortega recogió su premio revestida de una ilusión contagiosa, que a mí me produjo tilín.

Carmen Barranco, también con la sonrisa de la felicidad del premiado, bailándole en la comisura de sus labios, aprovechó la ocasión, y muy bien que hizo, para reivindicar más medios de atención y cuidados para la asociación presidida por ella.

María Francisca Pardo se aguantaba la emoción, dándole rienda suelta a su inconfundible risa nerviosa, porque, de repente, se dio cuenta de que había llegado a Los Rosales con la edad en la boca y ahora, cuando es ya madre, se acuerdan de ella sus compañeros para reconocerle que sigue haciendo de la alegría y el dinamismo, armas imprescindibles para lograr cometidos que han sido altamente apreciados.

Juan Antonio Valencia trataba por todos los medios de que no se le notara su turbación. Y es que los educadores saben muy bien dominar sus emociones. Eso sí: aquí cabe decir que la procesión iría por dentro.

“Estoy en contra de la jubilación. Lo que mantiene vivo a un hombre es tener algo que hacer. Estar sentado en una mecedora, la caza o la pesca no son, con mucho, tan divertidos como el trabajo”. No sé quién es el autor de esta cita. Pero bien pudo ser Manuel Jiménez: funcionario que, gracias a la aprobación por parte del Delegado del Gobierno y el director de la prisión, pudo prorrogar su servicio activo dentro de la institución penitenciara. Y puedo dar fe que Manuel Jiménez estuvo más alegre que unas castañuelas antes, durante y después de recibir su premio.

Agustín Castro, cuando era un chaval que trataba de poner en orden sus ideas, jugaba muy bien al fútbol. Era futbolista aficionado. Mas un día se acercó al Murube con su equipo para jugar un partido amistoso contra la Agrupación Deportiva Ceuta, de la que yo era su entrenador. A la semana siguiente, Agustín Castro ya formaba parte del equipo titular en Segunda División. El viernes, además de recordar aquellos momentos, Castro, acompañado por su mujer y sus hijos –una niña preciosa y un niño que deja ver ya cierto aire de galán-, recibió una prueba de gratitud por sus 25 años dedicados a una tarea en la que el lado ingrato está siempre al acecho. Los premiados, incluidos ‘El Faro’ y ‘El Pueblo de Ceuta’, han de seguir en la misma línea de entrega por el bien del centro penitenciario.
 

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