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OPINIÓN - DOMINGO, 26 DE SEPTIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Ante un nuevo curso escolar
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Con el comienzo del nuevo curso escolar, con la mente puesta en el fracaso escolar acumulado, se hace el firme propósito de que el período de nueva iniciación, será mejor, es decir, se reducirá en lo posible el citado fracaso.

Da la sensación que, el hecho en sí, parece ser una determinante para que se produzca. Es una situación que puede convertirse en realidad: los alumnos que abandonaron las aulas antes de finalizar la ESO, empiezan a volver, y los que se lo plantean ahora no encuentran hueco en el mercado laboral. La realidad es la triste estadística, un 30% de alumnos dejan los estudios antes de obtener la ESO.

A pesar de lo que pueda suceder con respecto a la reducción del citado índice de abandono y el consiguiente fracaso escolar, en general, el nuevo curso presenta la innovación de equipamientos informáticos, más centros bilingües y prestación de atención especial a las bajas de profesores por distintas causas.

De todas formas, siguen existiendo dos cuestiones que ocupan el centro del debate: en primer lugar, el respeto al profesor, no resuelto, aunque en cursos anteriores, en muchos centros se producían graves problemas. Ahora se protege más al docente con la presunción reconocida de veracidad de su testimonio y el reconocimiento de autoridad magistral y académica, por lo que las posibles agresiones no quedarán inmunes. En segundo lugar, la alta ratio que empieza a observarse en muchos centros, con la sobrecarga que significa para los docentes, aunque, como siempre suele ocurrir, se espera de ellos un esfuerzo extra.

El reconocimiento de la autoridad del profesorado, no sólo legalmente, sino también por parte de los poderes de la administración educativa, que debe prestar especial atención a tan delicado tema. Hay que mejorar la convivencia en los centros, con especial dedicación a los conflictos de baja intensidad.

No podemos perder de vista que a nuestro sistema educativo le haca falta estabilidad y consenso en las leyes educativas. En los últimos cuarenta años se han publicado cinco Leyes Orgánicas de Educación con infinidad de decretos y órdenes, muchas contradictorias. Tantos planes de estudios terminan por crear una gran confusión, porque se da la circunstancia de que la última no mejora a la anterior y, además, siempre se modifican por intereses políticos.

Pero, a pesar de todo ello, el principal responsable de la Educación en nuestro país, sin ser “eufórico ni catastrofista” evalúa así el actual momento de la educación: “mi diagnóstico es realista: España ha mejorado extraordinariamente su Educación en los últimos 25-30 años”.

Es posible que, con la llegada del nuevo curso, se convierta en claras realidades lo que todos deseamos fervientemente, con la cooperación, colaboración y coordinación. En palabras del Sr. Ministro, “hay que trabajar siempre con consenso, buscando general confianza”.

Como “agua de mayo” se espera la puesta en marcha del “plan de acción” de sus doce puntos para este curso, cuya prioridad es mejorar el rendimiento escolar de todos, de los que sufren dificultades específicas, de los que tienden al abandono y también de los que tienen especiales cualidades. Por otro lado, desde la flexibilidad al sistema incorporando con más contundencia una Formación Profesional, que no sea un reducto de los incapaces y sea la cantera profesional que el país necesita.

A este respecto conviene recordar que, ya con la Ley General de Educación (1.970) se hacían claras clasificaciones en todos los centros, orientando a todos los alumnos que no habían conseguido su Graduado Escolar, hacia una deficiente Formación Profesional, que se denomina “Maestría Industrial”, a la que se incorporaban algunos alumnos con clara vocación hacia las especialidades que se ofertaban.

No es tan fácil conseguir, de la noche a la mañana, que nuestro sistema educativo sea competitivo, es necesario introducir profundas reforma, en la línea de sustentar la educación en el respeto al profesor y los compañeros, el reconocimiento del esfuerzo como un valor necesario, recuperar el ejercicio de la memoria como factor positivo en la formación integral del alumno y la valoración de los contenidos como base de la formación académica.

Se deben tomar medidas verdaderamente consensuadas con el profesorado, para que no ocurra como con “el programa de calidad y mejora de los rendimientos escolares”, en los centros públicos, que fue rechazada por la mayor parte de los centros, desmotivando aún mas a gran parte del profesorado.

Es necesario, pues, una apuesta por la enseñanza pública sin complejos, de claridad, no subsidiaria del sistema: es la única que garantiza la educación de todos los ciudadanos en términos de equidad, base de un estado democrático.

Por otra parte, es necesario valorarla adecuadamente e invertir en ella, pues es el eje de la sociedad productiva. Mejorar las condiciones de los profesores, pues habría que analizar si están convenientemente valorados lo que imparten clases en ciclos superiores de Formación Profesional, en los que los alumnos han debido cursar un bachillerato o prueba equivalente como los alumnos universitarios.
 

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