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OPINIÓN - DOMINGO, 26 DE SEPTIEMBRE DE 2010

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES. 20


Hoy, después de varios días sin aparecer por las oficinas de este periódico, donde me permiten escribir, he ido y me han entregado una invitación para que asista al acto institucional que con motivo del Día de la Policía se celebrará el próximo 4 de octubre a las 13.00 horas en el salón del Hotel Ulises. Invitación que he recibido con placer y puedo asegurar que, si cualquier causa de orden mayor no me lo impide, participaré en esa fiesta en la que tanto disfruté el año anterior. Y así tendré la oportunidad de charlar con el Delegado del Gobierno, José Fernández Chacón y, por supuesto, con el Jefe Superior de Policía, José Luis Torres Ruiz. Y también con funcionarios de un Cuerpo que cada día demuestran una profesionalidad que merece distinción.

MARTES. 21


Decido comer en el Restaurante La Barraca, sito en el interior de El Parque Marítimo del Mediterráneo. Pero antes camino un buen rato por el hermoso lugar, en el cual aún quedan veraneantes suficientes, disfrutando de unos lagos insuperables; cuyas aguas, eso sí, pueden hacerte creer que estás bañándote en una playa de Laponia. Yo ya he estado varias veces en ‘La Barraca’. Y sólo me cabe decir que siempre me han atendido tan bien como bien me han dado de comer. En esta ocasión, como en otras anteriores, pregunté por el propietario del establecimiento, y me dijeron que Quino Blanco Batista, que así se llama él, estaba de viaje. Así que me quedé con las ganas de saludar, una vez más, a Quino. Con quien jamás he tenido la oportunidad de coincidir en su casa. Mas como me considero persona insistente, prometo no descansar hasta conseguir un día que Blanco Batista se siente conmigo, aunque sólo sea a los postres, para charlar con él el tiempo que sea y de lo que se encarte. Aunque prometo no criticar a ningún amigo en común. Que es lo habitual en estos casos.

MIÉRCOLES. 22


A la una y media de la tarde, más o menos, ya se sabía en la ciudad que la Asociación Deportiva Ceuta se enfrentaría al Fútbol Club Barcelona en el Alfonso Murube. Y la alegría se adueñó de la ciudad. A mí me tocó ver el sorteo de los dieciseisavos de la Copa del Rey en un sitio al cual acostumbro a ir varios días a la semana: ‘El mentidero’. Y allí, junto a Jesús, propietario del local, vibré con el emparejamiento que le viene a la ciudad como anillo al dedo. Luego, cuando la noche estaba a punto de hacerse, me senté ante el televisor para ver jugar al primer equipo de la ciudad en un campo inhóspito. Lleno de dificultades. Y el equipo, dirigido por Joao de Deus, dio la talla y sumó tres nuevos puntos en Jumilla. Hoy ha sido un día completo. Por más que los reventadores hayan empezado a cundir eso de que el Barcelona se presentará en el Murube con suplentes. Pobres diablos los que así se expresan. Cuando la realidad es una y tozuda: si alguien puede ascender a la ADC es José Antonio Muñoz.

JUEVES. 23


No es la primera vez que me declaro cliente del taxi. Por lo que muchos del gremio me conocen sobradamente y hasta suelen darme palique. Unos más que otros, la verdad sea dicha. Así que hoy, nada más adentrarme en un vehículo, lo primero que me dice su conductor es que llevo mucho tiempo sin referirme a Juan Luis Aróstegui en la columna. Y le respondo que es debido a que dejé de leerle hace ya meses. Y renuncio a dar la explicación oportuna, porque estamos llegando ya al final del trayecto. Pero hete aquí que el taxista, tras parar en el sitio acordado, no tiene el menor inconveniente en decirme que, días atrás, él iba enchufado a un programa de Onda Cero en el cual estaba hablando el secretario general de Comisiones Obreras. Cuando la clienta del taxi le rogó encarecidamente que cambiara de emisora. Ya que el tal Aróstegui la ponía de los nervios. Y que, dada su edad, no estaba ella para soportar sandeces de alguien que lleva desde que echó los dientes convencido de es que Bakunin

VIERNES. 24

En vista de que hacía un mundo que yo no veía a Diego Sastre, me presento en su oficina para saber de él. Con la suerte de encontrármelo laborando en su ordenador. Tras los saludos de rigor, allá que nos ponemos a contarnos nuestras cosas. Así quedo enterado de que Sastre ha empezado ya a echar de menos al hijo que se le ha marchado fuera para empezar una carrera universitaria. Dado que le veo algo afectado, no dudo en ponerle al tanto de situaciones que me han tocado vivir últimamente. Y lo hago de manera que Diego se ría sin rebozo. Es decir, de manera franca y sin disimulos. También tienen cabida en nuestra conversación los comentarios futbolísticos. Ya que la próxima visita del Barcelona al Murube no es moco de pavo. Diego, por si alguien aún no lo sabe, fue árbitro de fútbol. Y hace ya bastantes años ponía a prueba su valor, arbitrando partidos de la regional local, donde si se perdía un puñetazo, seguramente había sido dirigido al mentón del colegiado. De ahí que yo le recuerde, en ocasiones, que su valor, el de Diego, por supuesto, no se le supone. Sino que lo tiene. Y ganado a pulso...

SÁBADO. 25

Ayer estuve en la cárcel de Los Rosales. Donde se celebraba el día de la Merced. El acto fue tan sencillo como emotivo. Sobre todo cuando los funcionarios distinguidos fueron recogiendo sus diplomas. Los funcionarios, y qué decir de los que cumplen misiones delicadas, necesitan verse citados y sentirse parte importante de la institución, para ir todos los días al tajo con renovados bríos. A mí me produce una enorme satisfacción asistir a un acto en el cual las personas galardonadas reciben una bocanada de aire fresco, mediante un reconocimiento público a una labor bien hecha. En mi caso, además de estar invitado por el director, Juan Hernández Rebollo, tuve el honor de recoger el premio concedido a ‘El Pueblo de Ceuta’ por decisión del consejo de la dirección de la prisión. Y lo hice representando al editor de este periódico, José Antonio Muñoz; a quien le fue imposible asistir al acto. Los funcionarios de la cárcel de Los Rosales deben saber que ‘El Pueblo de Ceuta’ siempre estará a disposición de ellos.
 

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