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ACTUALIDAD - JUEVES, 30 DE SEPTIEMBRE DE 2010


piquete informativo. reduan.

huelga general
 

Más sábado que domingo

La ciudad amaneció sucia y silenciosa, con los contenedores llenos, las obras paradas y la única algarabía natural de los colegios, y fue recuperando su pulso habitual a lo largo del día hasta volver a la normalidad por la tarde
 

CEUTA
Gonzalo Testa

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Los líderes sindicales de CCOO y UGT comparecieron a mediodía ante los medios sinceramente emocionados por el resultado de una convocatoria de huelga general que a esa hora todavía dejaba en las calles de la ciudad una imagen de Ceuta más propia de un sábado que de un domingo.

La ciudad amaneció sucia y silenciosa, con los contenedores de basura atestados con los residuos depositados el día anterior que nadie se ocupó de retirar por la noche y todas las obras paradas, desperezándose más como si fuera un sábado que un domingo, con la única algarabía natural de los colegios, que abrieron como cualquier otro miércoles.

Nadie tuvo problema alguno en el centro para encontrar dónde desayunar, tomar un café, comprar tabaco o abastecerse de víveres en el Mercado de Abasto, misiones matutinas rutinarias. Tampoco para encontrar un taxi disponible o un autobús del servicio público de transporte urbano, que aún por debajo de sus niveles habituales operó con relativa normalidad gracias al alto nivel de servicios mínimos establecidos y al escaso tráfico que, hasta bien entrada la mañana, registraron las principales arterias del centro.

Más allá de Puertas del Campo la imagen de la huelga general se acercó más a la que se recuerda de una iniciativa de este tipo de convocatorias: un porcentaje sensiblemente superior de pequeños comercios de la periferia sí echaron la persiana.

De ahí, de los dos grandes hoteles de la ciudad (el Muralla y el Tryp, prácticamente sin empleados) y de las grandes superficies, donde la fuerza de los Comités de Empresa es todavía considerable, salieron los datos que ofrecieron Aróstegui y Gil a los periodistas, que a los que aseguraron que entre el 50% y el 70% de los trabajadores de la Hostelería y el Comercio habían seguido sus consignas.

Los números no se corresponden, por ello, con la impresión de la ciudadanía a pie de calle: “Está todo abierto”, aseguró a las 9.00 horas un suministrador de bebidas al periodista en la puerta de un bar. “Nadie hace huelga”, zanjó otro transportista junto a la Plaza de la Constitución.

Los periódicos locales y nacionales, que llegaron a su cita con los lectores sin contratiempos pese al rigor con el que se ciñeron a los servicios mínimos los empleados de la Autoridad Portuaria, contribuyeron a diluir cualquier impresión de excepcionalidad pese al trabajo de los piquetes informativos, que empezaron su tarea a medianoche y la dieron por terminada por la tarde, cuando Ceuta volvió en sí y comenzó a vivir de nuevo a mitad de semana.

Pasada la hora de comer eran excepción los establecimientos que seguían cerrados en el Revellín y ya nadie, como habían hecho algunos por la mañana, operaba con la puerta a media asta y un ojo en la tienda y otro en la calle.

Pasaron los tiempos del sindicalismo agresivo y de la silicona en las cerraduras, aunque persiste el mito. Hubo empresas que trabajaron a pleno rendimiento con la persiana cerrada y otras que pidieron a sus empleados que lo hicieran sin uniforme. Hasta Correos, denunció UGT a la prensa, insinuó a sus carteros que si querían podían repartir ayer “camuflados”.

No hubo, sin embargo, incidente alguno y hasta el delegado del Gobierno alabó a los sindicatos por su “responsabilidad” y cortés desempeño en la batalla. Todos parecían saber que la ceutí no es, con sus miles de funcionarios, sus miles de autónomos y sus miles de empleados precarios difícilmente proclives a jugarse el puesto o los 100 euros que podía costar ir a la huelga, plaza fácil para un paro de este tipo, el séptimo que se convoca en el país desde 1978.

Por ello, aún registrando la tercera peor ratio de participantes en la convocatoria (55%), sólo por detrás del País Vasco (30%) y Melilla (40%), los sindicatos se mostraron casi exultantes, proclamaron la magnífica salud del sindicalismo de clase y auguraron una campaña sin tregua para hacer frente a la huelga general y obligar a Zapatero a rectificar.
 


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