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OPINIÓN - MARTES, 5 DE OCTUBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

El cuadro de la discordia
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mabel Deu, esa criatura que a mí me llegó a embobar durante unas Fiestas Colombinas dedicadas a Ceuta, ha declarado que ella no sabe nada relacionado con la compra de un cuadro por el cual se han pagado 37.000 euros a una galería regentada por Soledad Lorenzo, vendedora de la obra a través de la Empresa Artísticas Madrileñas S.A.

El cuadro comprado por el Gobierno local lleva por título ‘Artista creando una obra de arte’. Y su autor es Guillermo Pérez Villalta. A cuyo historial se puede acceder en la enciclopedia libre de internet. De él sólo resaltaremos el buen gusto que demuestra al darnos la mejor versión de un culo femenino. Los culos femeninos, si nos atenemos al Renacimiento, fueron siempre despampanantes. De tal modo que Rubens nos premió con cuadros de diosas voluptuosas, que pude ver en mis años mozos en el Museo del Prado.

Sobre los culos femeninos escribió y disertó mucho Camilo José Cela: Premio Nobel, por cierto. Y lo hizo cuando hablar de semejante parte del cuerpo era tenido por una ordinariez de mucho cuidado. Don Camilo, con el paso de los años, reconoció que las mujeres españolas habían pasado de ser paticortas y culibajas a tener unos culos impresionantes. De los que hacían posible que los caballeros perdieran los estribos y cuanto hubieran de perder por vivir obsesionados con esa parte del cuerpo que acabó convirtiéndose en santo y seña de las féminas.

Una mujer -y un hombre, por qué no- que tenga unas nalgas que se metan por los ojos es, sin discusión posible, capaz de conseguir lo que no consiguen aquellas otras que presuman de carreras y masters. Desgraciadamente es así. Por más que nos duela reconocerlo. Unas nalgas hemisféricas y rotundas, sin duda, hacen posible milagros insospechados.

Los buenos culos, los trabajados en gimnasios, fueron abriéndose paso en los principios de nuestra democracia y convirtieron a Eduardo Úrculo en un pintor de renombre. Los culos de Úrculo, uno de los principales exponentes de la pintura pop en España, llamaron mucho la atención de Francisco Umbral. Quien no dudó en reflexionar sobre los desnudos femeninos del artista. Y, desde luego, Umbral no se privó lo más mínimo a la hora de contarnos el atractivo visual y táctil que las humanas cachas ejercían sobre él. Por más que hubiera señoras pacatas -y hombres ñoños- que incluso en los años setenta eran capaces de poner el grito en el cielo por semejante desfachatez. La de Umbral, claro es.

Pues bien, contado lo que he creído oportuno contar en relación con el culo -o los culos-, vuelvo al asunto que nos concierne. Al parecer, pues asegurar algo es exponerse a que le digan a uno que se ha metido en camisa de once varas, la idea de hacerse con el cuadro realizado por Pérez Villalta, artista tarifeño, que jamás ha expuesto en Ceuta, se debe a la mucha importancia que a esa parte del cuerpo le concede Ana Lería: directora del Museo de Ceuta y que apalabró la compra de ese cuadro, de común acuerdo con Francisco Márquez, consejero de Hacienda. Sea como fuere, y a pesar de lo que diga Mabel Deu, debo destacar y destaco el buen gusto de Lería y Márquez al comprar un cuadro que quizá fue hecho tomando como modelo el cuerpo de una consejera nuestra. Pueden ponerle nombre al culo de la señora. Faltaría más.
 

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