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sociedad - MARTES, 12 DE OCTUBRE DE 2010


Abel García. j.g.

ABEL GARCIA, FORMADOR DE MEDIADORES DE SALUD EN PRISIÓN
 

«Los internos pueden llevar la información a donde no llegan funcionarios, sanitarios ni nadie»

El coordinador de la asociación ‘El Rumor’ y experto en ‘counselling’ defiende el poder de los iguales a la hora de hacer llegar las medidas de prevención a los rincones más recónditos de la prisión, con la celda

CEUTA
José García

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Cuanto más cercana al interno es la persona que le transmite la información sobre el uso de drogas, la sexualidad o el sida, más eficaz puede llegar a ser el objetivo de la prevención. Por eso la asociación ‘El Rumor’ lleva dos años consecutivos poniendo en práctica en la prisión de Los Rosales su programa de formación de mediadores de salud. Un programa que coordina el experto en ‘counselling’ Abel García, que defiende el poder de los iguales para hacer llegar la información preventiva hasta los espacios más inaccesibles de la prisión, como las celdas, donde la intervención de funcionarios, personal sanitario o cualquier persona ajena al grupo de los reclusos no podría nunca resultar tan eficaz.

Pregunta.- La semana pasada comenzó el curso de mediadores de salud en la prisión, ¿en qué consiste esta iniciativa?

Respuesta.- Es el segundo año consecutivo que se desarrolla este programa y es un curso dirigido a un grupo mixto de internos e internas, aunque este año se han hecho dos grupos: el mixto y otro que de bajo umbral o de pocas expectativas, para gente que no participa normalmente en actividades de la prisión, que no está cumpliendo ninguna función dentro la prisión, como economato, cocina, etc, y se trata de motivarles para que entren a formarse y prepararse como mediadores de salud. El grupo tiene una media de 25 personas, que se puede quedar en 22 en dos meses por las peculiaridades de la prisión, porque queden en libertad... Y la idea es trabajar sobre todo en conductas e información sobre ciertas áreas, como pueden ser las drogas, el sida, la sexualidad o la resolución de conflictos. Todo ello trabajado a través de habilidades de comunicación. Lo que se entiende como ‘counselling’ o asesoramiento informado: escucha activa, guardar turno de palabra, aprender a hablar en público, a escuchar...

P.- ¿Qué resultados han dado los mediadores de salud que se formaron el año pasado?

R.- Es muy pronto para valorar una actividad que es además de periodo corto. Cuando lo venía trabajando anteriormente en Santoña llevábamos ya cuatro años. Y las expectativas las vas viendo cuando la gente sigue participando en el grupo y cuando ellos mismos empiezan a ser mediadores de salud, que es el objetivo final del programa: ellos mismos empiezan a transmitir información allí donde no llegan ni funcionarios, ni sanitarios ni ninguna otra persona. Cuando están en la celda. Cuando se está produciendo realmente un intercambio de jeringuillas o cuando están hablando de temas sexuales y puede introducir información dentro de esa conversación.

P.- ¿Existe ya en Los Rosales algún interno que pueda considerarse mediador de salud?

R.- El viernes empezó el curso y mi sorpresa es que había tres del curso anterior. Se trata de gente que ya ha recibido una formación y ya puedes empezar a contar con su participación dentro del medio penitenciario. Es la formación entre iguales que se viene utilizando no solamente en prisión sino también en centros de drogodependientes y centros similares, y en asistencia, sobre todo, en enfermedades oncológicas. Vemos así que la persona se ve como un igual y la referencia es mucho más cercana. Por ejemplo, entre jóvenes, cuando un amigo tuyo te está facilitando información sobre sustancias adictivas o bien sobre sexualidad, uno se siente más cercano y está más abierto que cuando esa información te la proporciona un profesional, que se percibe más lejano.

P.- ‘El Rumor’ está especializado en la prevención del sida y la atención de las personas seropositivas, ¿cómo se afronta este problema en la cárcel de Ceuta?

R.- La verdad es que en la incidencia en la ciudad es más bien baja. En Los Rosales se puso en marcha un programa de intercambio de jeringuillas y actualmente no se está haciendo porque no hay nadie que intercambie. Y es más, gente que viene de otras prisiones y podría estar en un programa de este tipo tampoco lo utiliza aquí. Ya sabemos el perfil tan diferente que hay de la parte sur de España a la parte norte. En el norte la heroína se consume más por vía intravenosa que en la parte sur, que se consume más fumada o inhalada.

P.- ¿Y la cuestión de la transmisión sexual?

R.- Estamos otra vez en lo mismo. Los conceptos que tenemos en la calle son los mismos que los que tenemos en prisión. Y los prejuicios que hay en la calle hacia el uso de preservativos se mantienen en prisión. Sin embargo, al ser esta un espacio cerrado puede haber un factor que juega a nuestro favor a la hora de prevenir, y es que si conciencias a una persona que está dentro de la cárcel, a la hora de hacer un vis a vis puedes poner en sus manos una serie de métodos y herramientas preventivas a los que no llega en la calle. El espacio cerrado, al trabajar en grupo, lo que te permite es dar una información a un colectivo que en la calle se mostraría muy inaccesible. Gente que en la calle está desestructurada o bien por las drogas, o bien por la delincuencia o bien por cualquier tipo de problema de marginación que no te permite dar información o, al menos, no tan continuadamente como un grupo de prisión.

P.- ¿Les preocupa a los presos su salud?

R.- Lo que sí son conscientes es del problema que hay y en la calle ni han nacido ni posiblemente mueran. La prisión la pueden utilizar de dos formas: o simplemente pasar el tiempo hasta que tengan su orden de libertad o utilizar el tiempo para formarse y prepararse en ciertas áreas. Por eso trato no sólo de llevarles mucha información sobre drogas o sida, primero que aprendan habilidades de comunicación y puedan formarse una opinión propia de las cosas.
 

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