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OPINIÓN - MARTES, 12 DE OCTUBRE DE 2010

 

OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

La uniformidad y su costo en los Colegios
 


Domingo Ramos
domingoramos@elpueblodeceuta.com

 

Pasó el tiempo o, mejor dicho, la época en que acudíamos al colegio con un babi blanco del que disponíamos en clase de lunes a viernes, para llevarlo a casa y volver al mismo con la prenda lavada y planchada para su posterior uso durante toda la semana siguiente y así venia sucediéndose la historia hasta la terminación del curso en el mes de junio de cada año.

Hoy en día nos hemos vuelto mas elegantes o, mejor dicho, queriendo dar sensación de mejor gusto, distinción o refinamiento, se utilizan por nuestros hijos o nietos en los colegios el uniforme que los distingue y así se les dota de niqui o polo de punto, pantalón deportivo y chándal, todos ellos adornados con el logotipo de la entidad educativa a la que pertenecen y que hay que adquirir -y aquí empieza el artículo-, en el mismo centro donde está matriculado el alumno.

Ni que decir tiene que se producen verdaderas diferencias de precio en la adquisición de los uniformes (que dicho sea de paso, por una parte, supone un ahorro en el presupuesto familiar de indumentaria del niño) pero ello no obsta para que observemos la gran diferencia de precio que se da en la adquisición de cualquiera de las prendas citadas en un comercio del ramo con las que se facilitan a los alumnos en el mismo colegio al que pertenecen, eso sí, sin tener estampados logotipos o marca serigrafiadas del centro. Precios que pueden oscilar entre un 40 o50 % de su valor que los padres se ven obligados a pagar porque así se lo impone, unas veces, el reglamento de la entidad educativa y, otras, la de disponer este vestuario en exclusiva el susodicho centro en el que están matriculados los niños.

No nos vale el que algunos centros escolares, para “legalizar” esta forma de obtener ingresos extras (como el de la venta, que también se da el caso, de material escolar o libros de texto en exclusiva), hayan obtenido acuerdos de los Consejos Escolares o de las Asociaciones de Padres de Alumnos correspondientes, para gravar más las economías familiares, teniéndose en cuenta, según tenemos entendido, que todos los centros concertados disponen de la correspondiente subvención, no solo para el pago de profesores, sino para la limpieza, mantenimiento, suministros, etc. Por ello acudimos a la autoridad competente, en este caso la Dirección Provincial de Educación y Ciencia y, porqué no a la Consejería de Educación, Cultura y Mujer como valedora del bien común para que se eviten estos hechos y los niños puedan disponer, por un precio razonable, del uniforme que les acredite la pertenencia a la entidad en la que cursan sus estudios.
 

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