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OPINIÓN - MARTES, 19 DE OCTUBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

La ADC mereció la victoria
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Con Carlos Bringa me llevo yo la mar de bien desde hace muchísimos años. Nuestras buenas relaciones nunca han dejado de estar presididas por el respeto. Respeto que jamás ha impedido que podamos hablar claramente cuando toca hacerlo de cualquier asunto del cual nos plazca. Y, desde luego, sin temor a emitir pareceres distintos sobre lo analizado. Bringa es muy aficionado al fútbol. Hincha del Barcelona –lampa ya porque llegue el 27 de octubre-, y fiel al equipo de su alma: la Asociación Deportiva Ceuta, me recuerda que muchos aficionados desean que escriba del equipo local. Que hay interés en saber cuáles son las virtudes del equipo y sus defectos, expresados por mí.

Las palabras de CB, siempre alentadoras, me obligan a decirle que esa tarea no me corresponde. Explicación que he dado ya no pocas veces. Que no me agrada, salvo cualquier salida de tono de los técnicos, a la que sin duda respondería, ponerles en aprietos, haciéndoles recomendaciones públicas. En una palabra, que no forma parte de mis cometidos actuales, como escribidor de periódicos, contarles a los aficionados detalles de un equipo que, indudablemente, debe mejorar en varios aspectos, que yo considero fundamentales.

Pues bien, a pesar de lo dicho, creo que Bringa merece que yo le explique, así por encima, lo que dio de sí el partido que Cádiz y Ceuta jugaron en el Carranza. Principiaré diciendo que era la tercera vez que yo veía al equipo entrenado por Vidakovic. Cuyos aires de grandeza futbolística le impiden darse cuenta de que el Cádiz juega en Segunda División B.

El equipo amarillo trata de hacer un fútbol de muchas pretensiones, pero sin tener los mimbres adecuados. Un fútbol de toques inútiles, de pases horizontales, donde sus defensores centrales son los encargados de sacar el balón siempre jugado desde atrás. De manera que tardan cien años y un día en enlazar con los medios y, claro, cuando el esférico les llega a los delanteros, dos o tres veces si acaso, éstos no saben si están jugando o tomando ya el aperitivo en el bar de la esquina. Y, además, cuando pierden la pelota, dejan brechas atrás, por las que podrían colarse una hilera de tanques.

Los problemas del Cádiz en casa, los ha venido teniendo el Ceuta en el Murube. Y también en todos los partidos que yo le he visto fuera del campo ceutí. Sin embargo, el equipo entrenado por Joao de Deus hizo en Cádiz, sin duda alguna, el mejor primer tiempo de toda la temporada. Marraron sus jugadores las oportunidades de gol. Y perdieron la oportunidad de conseguir un éxito incuestionable, en un estadio mayor, donde actualmente juega un equipo menor, y a cuyo frente está un entrenador con ínfulas ya exhibidas en Écija.

Le bastó a la ADC poner en juego a Modeste, por la banda derecha, durante muchos minutos, con balones al espacio libre, tan apropiados para aprovechar su bendita velocidad, para que todo el tinglado táctico del Cádiz, basado en un absurdo manoseo del balón y en triangulaciones ineficaces y pasecitos cortos, se viniera abajo. Y si el Ceuta no obtuvo tres goles, en un santiamén, se debió a que los hombres veloces, en este caso Modeste, a veces no son precisos en el pase y en la finalización de las jugadas. Lo peor del partido las expulsiones. Lo mejor: que el Cádiz fue fiel reflejo de nuestros defectos en el Murube. Toca aprender de ellos.
 

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