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OPINIÓN - MARTES, 26 DE OCTUBRE DE 2010

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

¿Se quejan por quejarse?
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Les habla una espectadora experta en broncas monumentales. De esas que se originan en barriadas “complicadillas”, de las que tenemos tantas en esta piel de toro de nuestro corazón. Pero a las que les meten “fuerte” porque no he conocido a ningún Subdelegado de Gobierno (aquí son subdelegados) que permita que, los broncosos, le toquen los cojones a la policía.

Crearía un precedente. Y mejor no crearlo, porque luego los ciudadanos que madrugan se mosquean y echan pestilencias de los políticos, porque no son capaces de mantener la seguridad ciudadana. Y esa seguridad es la condición indispensable para que fructifique y se desenvuelva el derecho a la libertad del contingente la buena gente que también vive en esos enclaves. Lógico que, si un fenómeno como el ex comisario de Málaga y de Melilla, Florentino Villabona, fuera Delegado de Gobierno, aquí no se movía ni una mosca sin que le leyeran sus derechos. Pero Tino es un profesional. Y el Comisario de Ceuta es un profesional. Pero los Delegados de Gobierno son cargos políticos y no tienen por qué conocer al dedillo los intríngulis del funcionamiento de “todos” los temas. Y el de Ceuta lo hace lo mejor que puede y no lo hace mal. Solo que supongo que tiene que darles a las FOP todo su espacio y dejarlas actuar, que ellas solitas saben.

Y todo esto viene a cuenta de las algaradas en la barriada del Príncipe Felipe. Como aquí, en Málaga, las ha habido en la Palmilla, los Asperones, la Corta, las Castañetas o sectores del Palo. No sé como llegarán allí, en Ceuta, pero aquí acordonan barriadas enteras y entran con los furgones y vestidos, parece que de negro, con los cascos y las mazas para tirar las puertas ¡pumba! ¡Y venga a meter a gente en los furgones! Igualito que en Francia o en Bélgica. Me acuerdo yo de cuando fueron a detener a una persona, el tío Juan, en las Cuevas, que estaba la familia viendo la televisión y entraron unos tíos que parecían roperos con las puertas abiertas y que llevaban unos cascos con luces en la cabeza y con ametralladoras ¡Poderío!. Se llevaron al tío Juan y en la barriada, ni se movió una mosca, ni se alzaron voces interesadas clamando contra el racismo y eso que allí son todos gitanos.

Pero los gitanos saben que, la raza no es excusa para hacer trajines impunemente y ni se les ocurre levantar el fantasma del “rassismo” cuando entra la policía. Eso sí, se dice lo normal, tipo ¡los cojones para la ETA! Y tipo ¡Irse a por los catalanes cuando revientan los escaparates para robar y no tenéis huevos de coger más que a cuatro y son mil! Y los del barrio se sienten infelices porque se sienten maltratados con respecto a otros folloneros, maleantes y delincuentes con más suerte. Todos dicen que en Cataluña se maja a palos a un guardia y no pasa nada, pero que, en Andalucía, hay más orden y en Madrid también y si le das a un guardia o a un picoleto te meten la mundial y chupas reja una buena temporada porque los jueces le ponen muchas pelotas a esos temas. ¿Se quejan los policías de Ceuta por quejarse? En absoluto. Lo de la barriada del Príncipe Felipe “no puede pasar aquí”. Eso es imposible. Que se escape un preso puede pasar y ha pasado. Muchas veces. Parte de la barriada se amotina y el tío se larga. Pero luego llegan “los de los cascos y las metralletas”, que una gitanita decía “Su prima, que paice que no s´acaban nunca ¡y vengan tíos! Como el Mazinger ¡Qué susto, su prima que no se le ven las caras! ¡No tien mala leche los jambos!” Y los helicópteros de la policía echando las luces. Todo muy impresionante y un cordón policial de narices. Por orden público y un poquito por vanidad, porque la policía y los jefes saben que no hay nada que entusiasme más a la ciudadanía que un buen despliegue policial y un centenar de detenciones. Y del centenar noventa y nueve para la prisión y el que hace cien se queda en libertad porque es un engancháo que pasaba por allí para comprarse una paquetilla. ¿Y los registros? Bloques enteros buscando armas, drogas y al gato del cuarto que anda metido en malas compañías. Y la gente buena del lugar desagraviada y encantada de la vida.

Y cuando las redadas son numerosas, si andan estrechos en Alhaurín les derivan para otras cárceles ¿Será por cárceles en España?. Me pregunto yo si, en los alborotos ceutíes llegaron como llegan aquí “los de los cascos y las metralletas” (Me autorizan a dar un nombre) O si llegaron a las casas con las metralletas y los cascos que llevan luz y dan susto al miedo como cuando fueron a detener al tío Juan Fernández en las Cuevas, que la familia creía que eran kosovares que iban a robarles y por poco les da un patatús. ¡Y de griterío y empujones lo mínimo! Porque empiezan a meter gente en los furgones y no tienen fin y luego meten los controles y no hay quien entre ni salga, tiempo y tiempo, sin que le desmonten el coche y le tecleen la identidad en el ordenador.

El secreto del asunto y el intríngulis consiste en que, del lugar conflictivo, desaparezca absolutamente la sensación de impunidad, para alivio de la gente honesta del barrio. Aquí en España el quid de la cuestión reside en gran cantidad de furgones y decenas de detenciones, muchos Autos de Prisión y mucho “apretar y apretar” y les juro por la última bocaná de mis muertos que no existe político o politicucho alguno ni onegetista de pacotilla que se tercie capaz de dar la cara por personas que han cometido un delito. Porque entonces se les considera que apoyan y encubren hechos delictivos y que son tan golfos como los detenidos ¿Y quien se va a fiar de uno que apoya el delito? Por aquello de “cada oveja con su pareja” se comenta entonces “Les defiende y da la cara porque pronto le va a tocar a él”.

Yo opino que, lo sensato sería contar con muchos furgones y muchos tipos con cascos con luces para los controles continuados, muchos Autos de Registro, muchas detenciones simultáneas y un público desagravio a la Policía Ceutí por parte de toda la sociedad, por parte de la España que madruga. Un acto emocionante donde se condecore a los policías. Y como colofón, la llegada de los furgones y de los cascos con luces y la irrupción de las mazas.

El desagravio no son cuatro frases políticamente correctas. Con eso tan solo se consigue agraviar a dos: a la Policía y a la sociedad. El desagravio es el supremo homenaje de pedir refuerzos y dejar a nuestra gente, a nuestra Policía actuar. ¿Qué vienen las elecciones? ¿Es que ustedes piensan que quienes delinquen votan? Y si votan, más vale honra sin barcos, que barcos sin honra.
 

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