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OPINIÓN - DOMINGO, 7 DE NOVIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Conversación intrascendente
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Un señor que está casi siempre apostado en una esquina de la barra de un bar que yo frecuento, y con quien intercambio saludos y algún que otro comentario futbolístico de vez en cuando, va y me dice que se me nota mucho la poca simpatía que le tengo a una periodista de la ciudad.

Y a mí, quizá porque el día es luminoso y la temperatura agradable, me sale con celeridad la siguiente frase: “No se confunda. Mi desagrado por ella es puramente platónico”.

Y al hombre, tras dejar traslucir una sonrisa golfa, le da por recomendarme que sea bueno. Y a mí, en vez de molestarme que se haya tomado la libertad de aconsejarme, sin venir a cuento, se me ocurre contestarle con palabras de Oscar Wilde: “Ser bueno es estar en armonía con uno mismo. La discordia surge cuanto te obligan a estar en armonía con los demás”.

-Leer demasiados libros, De la Torre, es peligroso –responde mi interlocutor-. Y lo hace ya con cierta sorna y, al parecer, dispuesto a tirarme de la lengua.

Así que le contesto con otra cita: “Leer es el único acto soberano que nos queda”, mire usted. Y, por si fuera poco, es un ejercicio que nos regala mucha compañía y libertad para ser de otra manera y ser más.

-De acuerdo. Veo que se está usted tomando en serio mis comentarios. Y debo aclararle cuanto antes que no es mi intención molestarle, máxime cuando soy lector suyo desde hace ya mucho tiempo. Lector fijo, eh. De los que compran por la mañana el periódico en el cual escribe usted.

-Vaya, muchas gracias...

-Bueno, también debo decirle que muchas veces no comparto ni sus opiniones ni su modo de expresarlas. No por incorrectas, que sería injusto no reconocerle su interés por darle el mejor trato a la escritura, sino porque se le nota demasiado que trata de eludir la censura. Así que, en bastantes ocasiones, me he visto obligado a pensar detenidamente en el asunto que nos contaba. Vamos, que he tenido que hacer malabares para averiguar el quid del asunto. La verdad del cuento.

-Debería usted saber, lector de ‘El Pueblo de Ceuta’, y concretamente mío, como persona instruida que es, que no es lo mismo escribir en periódicos provinciales que hacerlo en periódicos capitalinos, de tiradas nacionales. Escribir en periódicos de provincias, a pecho descubierto, es una tarea compleja, peligrosa, y que casi siempre suscita animosidades políticas contra el escribidor. Las que a su vez le son trasladadas al editor. Y éste, en un momento determinado, como empresario que es, no tiene más remedio que mirar por su negocio.

-Un momento, De la Torre, un momento: ¿me está usted diciendo que los políticos, en cuanto les desagrada algo que usted escribe acerca de ellos, incluso manejando la burla y la ironía por sistema, o sea, sin ir directamente al grano, se encrespan de modo y manera que se ve obligado a dar marcha atrás?

-Un político es un hombre al que no le gusta la crítica; por instinto será fascista. La cita es de Albert Boadella. Y créame que acertó de pleno. Todos los políticos, y si existe la excepción que levante la mano, actúan contra los críticos como si tuvieran miedo de algo. Parafraseando a Larra: escribir en provincias es llorar
 

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