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OPINIÓN - DOMINGO, 7 DE NOVIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Vivas y yo
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Ando estos días atareado en gestionar documentos oficiales para ciertos asuntos familiares, tales como certificados de nacimiento, de empadronamiento, etc.

Estando con estas cosas, aparece la propuesta del Gobierno acerca de los apellidos y la igualdad contemplada en la Constitución.

Por suerte, la cosa va para largo y no me pilla por ahora.

Eso de que, en caso de disconformidad de la pareja, el apellido prevalente se rija por orden alfabético me parece una perogrullada.

Habrán tantos Alonso o Aznar que serán difíciles de distinguir unos de otros.

Desaparecerán los Zapatero. O sea todos aquellos que empiecen por la U hasta la Z.

Tanto el Presidente de la Ciudad, Juan Jesús Vivas, como yo tendríamos que aceptar el Lara con preferencia si tuviera efectos retroactivos esa ley de registros civiles en ciernes.

Me sonaría raro un Juan Jesús Lara Vivas. Con unas elecciones en ciernes. Aunque bien mirado, no tendría importancia si en los medios de comunicación prevalece, de vez en cuando, el apellido materno, caso Zapatero. La Za, de Zapatero, suena más fuerte que la Az, de Aznar.

Bien, no es este el problema dado que estaría a años vista. El problema es que si se aprueba, tal experimento legal, cientos de miles de apellidos desaparecerán del mapa en siguientes generaciones con lo que se acortaría el abecedario hasta la M. Las siguientes letras ya no tendrán vigencia, al menos en el tema de los apellidos.

Los Borbones… ¿qué pasará con el apellido?, menos mal que tanto Rocasolano como Undargarín suelen ir siempre detrás de los Borbones. No hablemos de Marichalar, desaparecido en combate, pero tengo la duda sobre si los hijos de Elena, si es que tiene, siguen apellidándose Marichalar en detrimento del Borbón.

Me pregunto si la familia regia no ha debatido, en su propio seno, el cambio de apellidos en cumplimiento de la norma que crearon los del PP, allá por 1999, en que, por acuerdo, podría ser el apellido materno el primero. Un Rocasolano Borbón seria la repanocha.

Así se descubre la jugada pepera en relación a la norma sobre los apellidos… las Borbonas imponen el suyo, aunque los maridos no estén de acuerdo. Muy sutil.

Tranquilo Juan, a nosotros no nos afecta esa rocambolesca futura ley de Registros Civiles. No es más que un intento del Gobierno de mantener viva la llama de la atención pública a falta de otros temas.

La propuesta de esa Ley es una intención residual e innecesaria. Estas dos definiciones no van por orden alfabético de mutuo acuerdo entre el que escribe y el PC.

Aunque al menos se mantendría vivo el apellido Lara, pero no.

Laras hay muchos, tal vez demasiados y los Sarria y Vivas están contados con los dedos del cuerpo humano (veinte por lo menos, es un decir).

Bueno, quisiera seguir con el cuento de los apellidos pero ha salido otra cosa más o menos interesante: los cambios de la ortografía española. Menudo problema.

Ya no podemos decir “i griega” cuando nos refiramos a la y. Ahora debemos decir “ye”. ¡Qué papeleta llamar a uno “Martínez ye Garrido”!

Según eso, también debemos olvidarnos de la tilde en palabras como guión ye truhán.

Volvemos a la era prehispánica.

Estoy de acuerdo con el ortotipógrafo José Martínez de Sousa acerca de que resultaría bastante raro forzar a los españoles a usar nombres que resultan extraños, al tratar de perseguir una unidad de la lengua que realmente resultaría una quimera.

La lengua madre, el castellano cuya cuna está en San Millán de la Cogolla (La Rioja), será vituperada ferozmente por los americanismos latinos.
 

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