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OPINIÓN - VIERNES,12 DE NOVIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

La señora equis
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me llama la señora equis. Que además de tenerme mucha ley, demostrada en momentos cruciales, que es cuando valen los afectos, se levanta cada mañana deseando leerme. Lo cual, además de ser una verdad como un templo, le agradezco muchísimo.

Lo primero que me dice la señora equis, tras tomarse el respiro consiguiente, después de los saludos de rigor, es que se halla recluida en su casa con un resfriado infectocontagioso. Por lo que le ha sido imposible verme, como hubiera sido su deseo, para ponerme al corriente de ciertos comentarios que ella cree que son merecedores de ser conocidos por mí.

La voz de la señora equis, incluso por medio del teléfono, suena acatarrada, y hasta sufre un acceso de tos, que a ella, en cuanto logra ponerle fin, le permite decirme: “Manolo, tengo más tos que una oveja y más frío que un palúdico”.

Y a mí se me ocurre recomendarle que no se fatigue, que no hable demasiado. Y que lo mejor para su salud es cortar la conversación y que, cuando se recupere, nos veamos para charlar detenidamente. Pero ella insiste en que debe ponerme al corriente de ciertos comentarios por creer que son merecedores de ser conocidos por mí.

La señora equis, que lo está pasando fatal por mor de una gripe que tiene las ideas de un “victorino” emplazado, hace verdaderos esfuerzos para irme contando detalles de una conversación mantenida entre dos individuos y que ella, tras oírla, pensó que estaba obligada a informarme. Los esfuerzos de la señora equis se centran en hablarme de censura. Y me va enterando del contenido de la conversación al respecto. Con el fin de que yo sepa que hay individuos, y no tiene el menor inconveniente en mencionar sus nombres, que quieren indisponerme con el editor.

Mi respuesta no se hace esperar. Así que le digo a mi estimada señora equis lo siguiente:

-Mira, mujer, censura ha habido siempre, en España y en el mundo, como decía mi admirado Umbral. “La censura es buena, como todo tamiz, como todo filtro, como todo sistema de depuración. La censura es buena porque obliga a quien escribe a ser más sutil. Todo escritor tiene el deber de ser más listo que sus censores”. Incluso para quejarse de ser censurado, créeme que hace falta eludir la censura.

-Perdona, Manolo, déjame intervenir. Veamos, al paso que vas, acabarás haciéndome el elogio de la censura

-Estimada señora equis: pues sí; en realidad, no tendría el menor inconveniente en declarar que la censura enriquece el estilo, ya que le sirve de decoración. Ahora bien, tampoco estaría de más que los censores también fueran capaces de ser más rigurosos a la hora de intervenir. Quiero decir, que no se precipitasen por el simple hecho de pasar el lápiz rojo por encima de nimiedades. Por escritos que solo tratan de encauzar la crítica por medio de la ironía; la cual, todo hay que reconocerlo, es tarea poco fácil. Porque muchos son los que tratan de ser irónicos y pocos los que lo consiguen. ¿Qué pasaría si yo le dijera al editor que los enemigos están en el Paseo de las Palmeras? ¿Censuraría estás líneas? Yo creo que, en esta ocasión, trataría de entender el mensaje.

En fin, estimada señora equis, hazme el favor de cuidarte.
 

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