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OPINIÓN - MARTES, 16 DE NOVIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Los robos del cobre
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Aquí parece que no hay una sola parcela que sea intocable, y lo que, en tiempos pasados, era una treta para ir saliendo del paso, cortando ciertas redes que no estaban en servicio, con lo que lograban estos raterillos unas cuantas pesetas, aunque no muchas, porque ellos lo robaban y otros se aprovechaban de ello, ahora se ha convertido en una forma de que, el ratero no tenga reparo en “cortar” por donde considere oportuno, logrando con ello un buen dinero, al tener asegurada la venta, mientras que ciertas “empresas” de postín se hacen con material valioso, a precio de saldo.

Afortunadamente, pero siempre yendo “la policía” por detrás de “los ladrones”, las Fuerzas de Seguridad se han tomado esto muy en serio, estableciendo una verdadera ofensiva contra esta práctica, que no es de ahora, pero que ahora está en la cresta de la ola, al ser ya más que habitual, el robar cobre, especialmente de las líneas de primera necesidad que, en un santiamén, quedan desvalijadas.

Aparece, y no podía ser de otra forma, un dispositivo, coordinado por la Secretaría de estado de Seguridad, que contempla acuerdos para una colaboración con las empresas afectadas.

Y pienso que en todo esto no se habrán olvidado de las empresas que con estas prácticas, desde hace muchos años, han salido beneficiadas y se han enriquecido, como no esperaban.

Porque, está bien que al “ratero”, ahora ya más que eso, se le “empure”, de verdad, pero a las empresas que han comprado y, por tanto, permitido que ese material llegara a sus manos, a bajo precio, es a los que habrá que cortar de raíz todos esos “ingresos” extras y atípicos, que han tenido con estas prácticas.

Y la cosa no es baladí, porque esta práctica que viene creciendo, desmesuradamente, en los últimos tiempos, ha logrado, ni más, ni menos, que pueblos enteros, polígonos industriales y zonas importantes de algunas ciudades, se hayan quedado sin luz eléctrica, cuando más lo necesitaban, o sin teléfono, sin saber por qué sus dueños, con los problemas que estas carencias han traído.

La “trama” ha llegado a tal grado que ha habido carreteras, en las que kilómetros y kilómetros se han visto privadas de poder estar iluminadas, porque todo el cobre de las farolas había ido a poder de los “cacos” y había desaparecido, de su verdadero sitio.

No se quedaba aquí, estas prácticas han llegado, incluso, a cortar alguna vía férrea, con el problema y el peligro que eso entrañaba.

Hace ya muchos me hablaban de cierta línea de teléfono o de telégrafo, que estaba como repuesto, en cierta parte del sur de la Península, que no se utilizaba nunca y que su razón de ser era servir de emergencia en casos imprevistos. Pues bien, ahí, la pillería, me basta con usar este término, hizo que alguien que debía cuidar tal línea, al darse cuenta de que pasaban meses y meses sin que esta se utilizara, en complot con otros amigos de lo ajeno, fueran cortando kilómetros y kilómetros, repartiéndose los beneficios del cobre logrado.

Ni que decir tiene que, cuando se fue a usar y de esa línea no quedaban más que los postes, el “cuidador-descuidador” en cuestión lo pagó muy caro. Eran otros tiempos, en los que la pillería también existía, pero el que era pillado con las manos en la masa lo pagaba bien. Lo de ahora es distinto, lo de ahora es una práctica que, cada vez se va haciendo más frecuente para así encontrar otro modo de vivir unos, simplemente vivir, para que otros, los compradores, se vayan haciendo un poco más ricos.

Las chatarrerías, esas que han comerciado tanto con estos productos, han encontrado la horma de su zapato.
 

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