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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 17 DE NOVIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Lunes de cháchara
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La primera copa del aperitivo la tomo en ‘El Mentidero’ con Ramón Ruiz. Y me sabe a gloria. Es lunes y llevo cuatro días si alternar en la calle. Charlar con RR es siempre un placer. Aprovecho la ocasión para hablar bien de quienes a mi juicio lo merecen y despotrico contra cuantos me sale de las partes blandas. Hay edades, como la mía, que son propicias para decir y hacer lo que a uno le salga de allí donde si te dan un balonazo te conviertes durante unos minutos en un pobre hombre.

Me despido de Ramón y encamino mis pasos hacia el Parador Hotel La Muralla. Y en la barra de la cafetería mantengo casi media hora de cháchara con un barman a quien conozco desde hace la friolera de veintitantos años. Hablando de vinos estábamos cuando llegaron varias personas que chanelan de fútbol y que no tuvieron el menor inconveniente en entablar conversación conmigo.

El primer asunto que sale a relucir, por cierto, muy manido ya, es el encontronazo entre José Mourinho y Manolo Preciado. Y a mí se me ocurre decir que me agrada sobremanera la forma de actuar del entrenador portugués. Y lo hago aun a sabiendas de que voy a encontrarme con la opinión adversa de quienes comparten tertulia conmigo. Por más que diga que la forma de ser del entrenador del Madrid se puede mantener siempre y cuando redunde en beneficio de la entidad. Y hasta el momento, los resultados avalan el comportamiento de Mourinho.

Un profesional del deporte rey, que ejerce bien su labor, me dice que no está de acuerdo conmigo. Que si lo que dice Mourinho lo dijera cualquier entrenador español, seguramente sería perseguido y sambenitado en plaza pública. Y lleva razón. Ya que los españoles tenemos la funesta manía de atentar contra quienes llegan a cualquier profesión con bríos renovados e ideas nuevas. Y les ruego que presten atención a lo que a mí me tocó vivir en el estadio Domecq de Jerez de la Frontera, en la temporada 1980-81.

Se jugaba un partido entre el Xerez CD y el Portuense. Partido de rivalidad en Segunda División B. En plena huelga de futbolistas. Así que tanto Xerez como el Portuense alineaban jugadores sub-20 y los profesionales que no quisieron secundar la huelga. Arbitraba José Francisco Pérez Sánchez, árbitro murciano, magnífico en todos los sentidos, y la primera parte ganaba el equipo visitante por un gol.

Cuando emprendíamos el camino de los vestuarios, yo, como entrenador del Portuense, me di cuenta de que peligraba mi integridad. Y le dije a Pérez Sánchez que me protegiera. Puesto que los miembros de la Policía se estaban haciendo los distraídos. Pérez Sánchez no tuvo el menor inconveniente en responderme que hiciera lo que me viniera en ganas. Y se adentró en los vestuarios. Así que opté por buscar cobijo en el centro del terreno de juego, mientras los aficionados se desahogaban contra mí. Cuando yo lo creí conveniente, me refugié en el banquillo y allí esperé la reanudación del encuentro. El público, que se había quedado afónico diciéndome improperios, apenas tuvo fuerzas para seguir animando a su equipo en la segunda mitad. El portuense ganó el partido. Y a mí me fue posible disfrutar de la emoción de un resultado que llenó de alegría a los portuenses.

Cambiando lo que haya que cambiar, créanme, es el comportamiento de José Mourinho.
 

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