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OPINIÓN - JUEVES, 25 DE NOVIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Ocurrió en martes
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El martes me encontré con Alberto Gallardo en la calle Jáudenes, cuando caminaba él hacia su despacho. Y como es habitual, cada vez que nos hallamos, me alegra verle. Y es que con Alberto me ha ocurrido lo siguiente: le he ido teniendo ley a medida que lo he ido conociendo. Y lo he ido conociendo sin prisa pero sin pausa. Que es la mejor manera de entablar relaciones con alguien y hacer que éstas perduren.

Mis relaciones con Alberto Gallardo son buenas. Tan buenas como para que yo me preocupe por él cuando me entero de que le ha afectado más de lo debido algún contratiempo o por cualquier otra circunstancia negativa a la que todos estamos expuestos

El martes, antes de tropezarme con él, yo ya sabía que le había zurrado la badana un gacetillero. Y, claro, le pregunté en qué medida le había hecho mella lo escrito. Y me respondió que de momento no le había causado ningún trastorno. Y, por lo tanto, no tenía previsto responder a quien le estaba provocando.

De cualquier manera, conociendo a AG, mucho me temo que más pronto que tarde reaccione y dé muestras evidentes de que si lo buscan lo encuentran. Aunque tampoco es menos cierto que Gallardo es consciente de que hay individuos contra los que dirimir no propicia lucimiento alguno. Así que a veces, muchas veces, lo ideal en estos casos es darle una larga cambiada al tema.

Tras despedirme de Alberto, encamino mis pasos hacia la avenida del Alcalde López Sánchez-Prados. Y en ella me topo con María Antonia Palomo. A la que saludo con la efusividad que ella merece. Y, por supuesto, me intereso por la operación a la que me dijo iba a ser sometida, hace ya su tiempo. La señora Palomo, cuya figura ha ganado tantos enteros desde que abandonó la actividad política, está de lo más jovial y me hace pensar en el acierto que tuvo cuando decidió mandar a tomar por saco el cargo de secretaria general de su partido. Lo cual no obsta para que cualquier día salga diciendo, María Antonia, que ha decidido volver a participar en la política activa, porque así se lo ha pedido Gaspar Zarrías: su amigo.

Dejó a la señora Palomo en la escalinata del Parador Hotel La Muralla, donde la estaba esperando Antonio Pérez Triano, socialista fetén, y marcho a reunirme con Luis Parrillas: mi amigo Luis. A quien he vuelto a ver sonreír. Sonrisa que me ha llenado de satisfacción. Pues sé de qué manera Luis Parrillas le está echando bemoles a la vida. Y es que ésta, la vida quiero decir, nos somete a veces a las pruebas más dolorosas. Y no hay más remedio que afrontarlas sin dar un paso atrás. Y, por encima de todo, evitando cundir tristeza en el ambiente. Y con Luis Parrillas estaba cuando se me presentó la oportunidad de saludar a Fernando Tesón. Una vez más me precio de escribir de él. Lo justo, claro es, para repetirme: FT es una persona entrañable. Y conversar con él es un placer.

El día avanzaba, y nos llegó la hora de comer a Luis y a mí. Y lo hicimos en compañía de una mujer, arquitecta ella y llamada Maite. Y nos pusimos a debatir asuntos que bien sabemos que nos inducen al cabreo. Y, cuando menos lo esperaban Maite y Luis, a mí me dio por hacer una paráfrasis de no sé quién, ahora mismo: hay tontos que, por muchos títulos que tengan, siguen siendo tontos con muchos títulos. Y lo hice levantando la voz. Y me gané las miradas aceradas del respetable. Vaya por Dios...
 

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