PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - DOMINGO, 28 DE NOVIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mourinho: soplo de aire fresco
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Corría el año de 1950. España y Portugal se jugaban una eliminatoria a doble partido. El premio era acudir al Mundial que se iba a celebrar en Brasil. El primer partido se celebró en Chamartín. Ganó la selección española, incluso jugando con diez jugadores, durante 80 minutos, debido a que fue expulsado José Luis Riera; defensa con quien al cabo de los años mantuve una magnífica relación.

Me acuerdo de aquel encuentro, cuyo resultado fue 5-1, porque ese día tuve la suerte de oír la retransmisión en la casa de una riquita, amiga de mis padres, y pude atiborrarme de ‘Galletas María’. Esa amiga se podía permitir el lujo de tener un aparato de radio por donde salía la voz inconfundible del sin par Matías Prats. Ello sucedía un dos de abril. Zarra marcó dos goles. Y Basora, Panizo y Molowny, que debutaba, hicieron los restantes.

El domingo siguiente, o sea, el 9 de abril, tocaba jugar en el estadio nacional de Jamor, en Lisboa, y allá que otra vez se me presentó la oportunidad de merendar café con leche y galletas... España necesitaba ganar o empatar. Ya que el gol-average no se estilaba. Zarra –¡qué conversación más interesante mantuvimos a finales de los ochenta!- marcó el primer gol y pronto se adelantaron los portugueses. Menos mal que Gainza consiguió el empate y con él el derecho a no tener que jugar un tercer partido. España se había clasificado para disputar el IV Mundial de Fútbol.

Al finalizar el partido, Matías Prats entrevistó a ‘Piru’ Gainza, que había actuado de manera memorable. Y le preguntó lo siguiente: “¿Quién crees tú que es el mejor extremo zurdo de España?”. Y Gainza, sin titubear lo más mínimo, respondió: “Yo”.

Matías Prats, en aquella España gris, pacata, hambrienta y en la que hablar de sí mismo resultaba mucho más condenable que maltratar a las mujeres, quedó sorprendido hasta el extremo de decirle al vasco, más o menos, que él esperaba que le hubiera citado a Seguí –extraordinario futbolista del Valencia o a Molowny-. Y Gainza, dando pruebas palpables de pasarse la humildad fingida por el forro, contestó: “De haber dicho yo que Seguí o Molowny eran mejores jugadores que yo, habría dejado en muy mal lugar a los dos seleccionadores que decidieron alinearme a mí”. Los dos seleccionadores eran Guillermo Eizaguirre y Benito Díaz.

En aquella época, Helenio Herrera acababa de llegar a España. Y, con su forma de ser excesiva, consiguió que los entrenadores españoles fueran respetados, exigidos y mejor pagados. Luego, Domingo y Heriberto Herrera trataron de mantener ese interés que el conocido como “H.H.” o “El Mago” había mantenido. Pero se quedaron a mitad de camino. Porque en España molestan enormemente los triunfadores que no acepten dar el pego de la humildad por sistema. Se les exige que tengan madera de hipócritas. Por más que la hipocresía sea tan perversa y pervertida. De no ser así, los mediocres tardan nada y menos en destrozar a cualquiera. Así que ya era hora de que en España hubiera un entrenador distinto. Aunque los mediocres estén tragando quina con José Mourinho. Que son, en gran medida, los que no dejan de preconizar la arrogancia del entrenador madridista. Con el único fin de quitarle importancia a la magnífica labor que está realizando el portugués. Mourinho le ha venido muy bien al fútbol español. Aunque a veces se salga de madre. Nadie es perfecto.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto