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OPINIÓN - DOMINGO, 28 DE NOVIEMBRE DE 2010

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES. 22

A las doce de la mañana me encuentro caminando por la Carretera Nueva. Hace un día literalmente glorioso, una maravilla: el cielo está límpido y corre un airecillo que despierta los sentidos. Miro hacia la playa y descubro a una mujer joven, alta, rubia, delgada y de formas airosas, que va decidida a bañarse en las aguas de la playa de El Chorrillo. La temperatura de noviembre, en esta ciudad, sigue siendo un regalo en todos los sentidos. Llego al Hotel Tryp, pensando aún en el cuerpo de la fémina en biquini, cuando la presencia de Francisco Sánchez Paris me devuelve a la realidad. Una realidad desagradable, mírese desde cualquier sitio que se mire. En la que sólo imperan egoísmos de tres al cuarto e individuos dispuestos a todo si acaso en el empeño consiguen dividendos. A pesar de todo, y en vista de que a mí me importa un carajo lo que hagan los demás, siempre y cuando no me toquen a mí los cataplines, me muestro zalamero y hasta prometo que en mi columna del día siguiente diré algo de un sindicalista que tiene la cara más dura que el cemento.

MARTES. 23


Charlo con un militante de la UDCE. El cual, además, tiene muy buenas relaciones con Mohamed Alí. Y me dice que sigue sin entender los motivos que ha tenido Alí para buscar cobijo en el PSPC. Un pacto que él considera una locura. Un despropósito en toda regla. El militante de la UDCE me pone al tanto de algo que yo ya sabía: a Mohamed Alí le puede la soberbia y cree que su juntera con Aróstegui es la mejor forma de ir contra PP y PSOE. Y vive convencido de que su relación con el perdedor por antonomasia es la mejor manera de vengarse de Juan Vivas y Fernández Chacón. El militante de la UDCE, que goza de muy buena preparación y no tiene ni un pelo de tonto, está convencido de que si el líder de la UDCE fuese capaz de serenar sus interiores y evitara ser un susceptible de tres al cuarto, seguramente le iría mucho mejor a su clientelismo. De lo contrario, es decir, si Mohamed Alí sigue empeñado en dejarse dominar por Aróstegui, acabará viviendo una pesadilla. Y, desde luego, terminará siendo aborrecido hasta por los suyos.

MIÉRCOLES. 24

Encuentro a María Antonia Palomo en la avenida del alcalde Antonio López Sánchez-Prados. Y, tras saludarnos, me dice si no tengo inconveniente en acompañarla hasta el Parador Hotel La Muralla. Y le digo que es un placer ir con ella. Le pregunto por sus dolencias, y me dice que la han operado en Sevilla de no sé qué cosa. Pero, en vista de que yo la veo estupenda, no insisto en recordarle nada más al respecto. Luego, así como quien no quiere la cosa, le meto los dedos para ver si consigo que me diga si es verdad que ella anda persiguiendo algún cargo en su partido, aprovechándose de la amistad que la une con Gaspar Zarrías. Y María Antonia tuerce el gesto como sólo ella sabe hacerlo. Sin que el gesto sea motivo de desagrado para mí. Durante el paseo, realmente corto, hay, sin embargo, tiempo suficiente para que la ex secretaria general de los socialistas -de Ceuta- articule unas palabras favorables a mi trabajo en ‘El Pueblo de Ceuta’. Palabras que yo le agradezco, tres metros antes de encontrarnos con Juan Díaz Triano: socialista fetén y que estaba esperando a la señora Palomo en la escalinata del Parador Hotel La Muralla.

JUEVES. 25


Había decidido quedarme en mi casa. Pues tengo pensado hacer un dietario con todos los años que he vivido como profesional del fútbol y necesito tiempo para escribir. Pero, en un momento determinado, creo conveniente que debo darme una vuelta por el centro de la ciudad. Y acierto. Pues en el ‘Mentidero’ me encuentro con José Luis Morales, Juan Hernández y Jaime Wahnnon. Y nos ponemos a hablar sin concedernos la menor tregua. Lo cual se traduce en una alegría en todos los sentidos. Porque la charla, distendida e interesante, nos permite reírnos a mandíbula batiente. Y a fe que nos lo pasamos la mar de bien. Con Morales, Hernández y Wahnnon he quedado para comer cualquier día. Con el fin de seguir pegando la hebra. Ya que nos ha sabido a poco la cháchara que hemos mantenido. Cuando me despido de ellos, no sabía que en el Hotel Tryp iba a encontrarme con personas de las que no tengo más remedio que escribir. Y así lo haré.

VIERNES. 26


Ayer llegué al Hotel Tryp y me encontré con Manuel V. Mosteiro Iglesias. Pintor de vocación y profesor del IESS ABYLA. A quien conozco hace la friolera de veintitantos años. Hablamos de todo un poco. Aunque le dedicamos más tiempo a los años 80 de una Ceuta que nos pateábamos de noche. Y recordamos cómo quedamos atrapados en el ambiente de una ciudad a la que ambos queremos a nuestra manera. Mosteiro Iglesias es persona tan preparada cual conversador extraordinario. Y me hace pasar un rato estupendo. Cuando le pregunto a qué se debe su presencia en el establecimiento, me dice que es debido a que se va a homenajear a un amigo extraordinario y que se llama Pepe Marín. Marín es catedrático de latín. Y, por lo que me cuentan, una persona a la que todos quieren y admiran. Por tal motivo, llegada la hora de su jubilación, muchos compañeros han acudido a festejar con él su momento gozoso y alegre. A Pepe Marín, que viene a saludarme acompañado de Fernando Jover, le conozco yo desde hace muchos años. Y, además, nos saludamos todas las mañanas cuando él va hacia el Instituto y yo camino para mantenerme en forma. A PM le deseo yo toda la suerte habida y por haber. A partir de ahora.

SÁBADO. 27


La tarde es desapacible; hace frío y cae una ligera llovizna. Pero somos muchos los que asistimos al momento en el cual queda inaugurada una plaza en memoria de María del Carmen Cerdeira Morterero. Además de sus familiares y amigos, han querido rendirle este último homenaje, compañeros que vivieron con ella la política en primera línea. Amparo Rubiales, Pedro Zerolo, Manolo Chaves, entre otros. Carmen fue una mujer valiente, sensata, llena de vida y dispuesta siempre a ser amiga de sus amigos. Había aprendido a sufrir. De tal modo que se tragaba sus penas. Ya que siempre estuvo convencida de que, además de ser una ordinariez, no había por qué amargar la vida de nadie con problemas ajenos. Hubo un tiempo en el cual mantuvimos las mejores relaciones siendo ella delegada del Gobierno. Porque supe apreciar cómo María del Carmen hacía todo lo posible para que fuera yo el encargado de entrevistar a todos los políticos socialistas, pertenecientes al Gobierno, que visitaban la ciudad.
 

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