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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 1 DE DICIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

El ruido en el centro
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Una gran cantidad de personas, de aquellas que viven en el centro de la ciudad, están ya más que hartos de soportar ruidos, por las noches, especialmente cuando hay quienes salen a pasarlo bien sin contar con que sus juergas pueden molestar, y mucho, a otros.

Ahora mismo, los vecinos del centro y de la zona Patio Páramo están pidiendo a la Ciudad “más medidas” contra el ruido que se produce con el famoso botellón.

De esto hemos escrito, hace muy pocos días, y es que sabíamos que el descontento, en muchas personas, era grande, sin que se estén poniendo las medidas necesarias para erradicar, de ahí, del centro, esta costumbre que no se para en nada, con tal de pasarlo bien unos cuantos, y sin importarles, para nada, los demás, con lo que eso significa, al estar actuando de forma que molestan a otras muchas personas más.

Las soluciones, no se me oculta, no son fáciles, porque en esta “diversión” no sólo participan unos cuantos jovenzuelos, sino que está siendo seguido, también, por personas a las que se les supone una formalidad y un respeto, para con los otros.

Soluciones drásticas, tampoco, mejorarían el ambiente, como no lo han mejorado en aquellos lugares en los que, por la fuerza de la prohibición se quiso cortar.

Particularmente, no veo por donde lo va a abordar la Ciudad, y mucho menos en estas fechas, cercanas a las fiestas navideñas y no demasiado alejadas de unas elecciones.

Y veo que la consejera de Medio Ambiente y Servicios Urbanos de la Ciudad, Yolanda Bel, sale al paso pero ..., con un “bueno, sí ...” y muy poco más, al decir:” no sería deseable llevar el sonómetro a las zonas de ocio, si fuera necesario por quejas vecinales la Policía Lo cal lo haría, porque las ordenanzas municipales tienen un horario a partir del cual no se pueden pasar ciertos decibelios”.

Mirando bien estas palabras de la consejera, no se puede decir menos con tantas palabras y no se podrá quedar mejor con todas las partes, sin comprometerse a nada.

Lleva, por este camino, bien encauzada la carrera política, de decir palabras que luego se pueden corresponder con cualquiera de las actuaciones que de poco o nada sirvan.

Va siendo hora de que, desde los políticos, sean del estrato que sean, sepan llamar al pan, pan y al vino, vino, en vez de estar fluctuando en medio de palabras bonitas, sin ningún significado exacto.

Aquí, como en media España, el asunto del botellón ha llegado, posiblemente con menos fuerza que en otros sitios, y lo recomendable sería que, ahora que hay remedio, se diera una solución válida, no quedándose a medias tintas, para que los que practican ese botellón, si las leyes no lo impiden, puedan seguir practicándolo, pero sin que se tenga que molestar a otras personas, con ello.

Lo ideal, si es que hay algo ideal, en este asunto, sería que hubiera un lugar para “estas reuniones”, un “botellódromo” y a partir de ahí, todos sabrían donde se puede practicar. Lo malo de esto es que, estamos tan acostumbrados a hacer lo que queremos, cuando y donde nos apetece que, cualquier lugar “impuesto” será casi una ofensa para muchos, al haberles “coartado su libertad”, de beber donde ellos quisieran.

Solución debe darse y la deben dar los organismos que están para solucionar estos problemas, y si es incómodo, esa incomodidad, también, va unida a la nómina y al cargo.
 

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