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OPINIÓN - JUEVES, 9 DE DICIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / ESCRITOS CABALLAS

Pasaje Bentolila, un año de aquellos
 


Javier Cherllarám
javiercherllaramt@elpueblodeceuta.com

 

Lástima que se pierdan en el olvido, de que formamos una familia, sin ajusticiar a nadie, por la jerarquía, sin preguntar a qué es debido.

Paseando por Fuente Caballo mirando al mar y el placer de la espuma y la sal, van preparando los reyes, locuras de regalos, juguetes y artilugios de la era moderna, pero falta “coco”, imaginación, algo así como disfrutábamos antes. La anécdota y su gracia, fue hace treinta y cinco años en el Pasaje Bentolila, en Villajovita. Allí tenían una pequeña casita, mi tío, Pepe Mora y mi tía Carmina, tras la murallita blanca de cal, de la puerta de la casa, se veían los verdes montes y huertas, la falta de la subida a Varela, típicos, eran esos paseos bajando unas escalinas que daban al barrio de Las Latas, y tras degustar un refresco, con mi abuelo y mi tío, en Casa Fernando, pedía bajar a brincar y correr por la playa Benítez. Sólo de pensarlo me quedo embelesado en esos bellos, rincones caballas que tenían su encanto. El momento épico y gracioso fue una tarde de verano. Mi abuela Anica, me pidió que la acompañase a Villajovita, a abrir la casa de mis tíos, que estaban de vacaciones, y había que echarle una miradita. Mi abuela que abre la puerta, la ventana, airea la casa, coge un cubo y se pone a fregar, y yo, que doy con el coche de pedales, de esos que eran de color butano, naranja, y sin que se de cuenta, subo al final del Pasaje Bentolila, la calle Genaro Lucas y Calderón de la Barca, me acomodo en el coche, no cabían mis piernas en los pedales, pero tenía que disfrutar el momento. Lanzarme por la cuesta abajo, y doblar justo al Pasaje Bentolila. En el silencio de la tarde, el coche embalado, giré el Pasaje y casi me empotro en la pared encalada, hoy, treinta y seis años después, no puedo olvidar, entre risas, la cara perpleja de mi abuela con las manos en la cabeza, vamos, que parecía un Kamikaze. Me dio una capuana y me quitó el coche. Entre risas y carcajadas, solo en mis pensamientos caminaba solitario por la ribera, son los ejercicios de mas de cuarenta años, el gesto de la abuela Anica, y el coche de pedales, estilo Colin MacRae. Había ideas, imaginación, para disfrutar con lo que teníamos para jugar, va por ti, Jesús Mari, fue un año de aquellos, en el Pasaje Bentolila. . ahora que estan de moda los patios de mi tierra
 

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