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OPINIÓN - MARTES, 14 DE DICIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Ataques a la televisión pública
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Uno hizo sus pinitos en una televisión local, cuando todavía nadie había pensado en darle vida a la oficial; es decir, a la que muchos años después sería considerada ‘La pública’. En aquella televisión local, quien partía el bacalao era Manolo González Bolorino. Pionero de la cosa. El cual era capaz de montar un estudio tanto en una buhardilla como en un piso que antes había estado dedicado al almacenamiento de aparatos y cacharros vendibles en bazares.

En ambos sitios estuve yo poco tiempo pero sí el suficiente para vivir aventuras que, bien contadas, harían las delicias de los oyentes. Peripecias que incluso podrían ser tenidas por exageradas y hasta tachadas de inciertas.

Aquella manera de hacer televisión, tan escasa de medios como de conocimientos, por parte de cuantos en ella estábamos, tenía todos los ingredientes para que tanto Berlanga como Bardem, contando con Rafael Azcona, cual guionista, hubieran podido hacer otra de sus obras maestras del cine español.

Pronto entendí que la gente era capaz de todo por salir en la televisión. Puesto que sabía sobradamente que lo más importante era salir, aparecer, estar, se dijera lo que se dijera y aunque se dijera muy mal. Pues debo reconocer, en honor a la verdad, que pocas personas eran capaces de hablar cinco minutos con el suficiente interés para que pudieran ser soportadas.

Aunque tampoco era menos cierto que ponerse ante las cámaras fascinaba a casi todo el mundo. Menuda gozada era salir a la calle y encontrarte con que dos de cada tres ciudadanos te dijeran que te habían visto en la televisión. De manera que la vanidad estaba asegurada durante mucho tiempo.

A mí, pasado ese tiempo en la televisión de González Bolorino, y tras hacer un programa cuando se veía claramente que el GIL arrasaría en las urnas, me dio por no aceptar ninguna invitación más para poder tener mis cinco minutos de gloria en la pantalla. Miento: fui a un programa televisado y se armó la marimorena.

Desde entonces acá, que ya han pasado años, he visto desfilar por Radio Televisión Ceuta a muchos enchufados y algún que otro profesional que, sin dar la talla, se mantiene en el medio como si fuera una lumbrera. Aunque sería injusto no reconocer que los hay, pocos, por supuesto, que defienden perfectamente su puesto de trabajo.

De un tiempo a esta parte, desde que González Bolorino dejó de ocupar el cargo omnímodo que ocupaba en la televisión pública, vengo observando que ésta no deja de ser atacada por quienes antes, además de hacer uso y abuso de ella, se abstenían de criticarla. Quiero decir que se guardaban muy bien de ponerle el menor pero a la programación ni a las proclamas ordenadas por el gerente de la cosa.

Durante esos años, Aróstegui nunca dijo que la televisión era NODO puro. Ni que la voz de Andrés Sánchez era la más parecida a la de David Cubedo. Con Andrés llevo veinte años sin cruzar palabra alguna. Pero no creo que sea merecedor de semejante trato. Ni tampoco Higinio Molina. Por más que éste siga anclado en la Transitoria Quinta. Las denuncias de Aróstegui no me sorprenden. Pero sí las de los socialistas contra RTVCE. En fin, que los que se meten con RTVCE -y otros medios- se están retratando como defensores acérrimos del periódico añejo. ¿Por qué será?
 

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