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OPINIÓN - DOMINGO, 19 DE DICIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Tiempos para recordar


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Aquel grupo finalizaba su escolarización. Estudiaba 8º de la EGB. Decía adiós a la escuela. Era Diciembre y las vacaciones estaban cercanas y, como era costumbre en las distintas unidades del Colegio, se preparaban las aulas para celebrar la Navidad. En todas ellas se montaban los “belenes” y se decoraban con cadenetas elaboradas por los propios alumnos y alumnas. Donde abundaban ellas, se conseguían mejores resultados.

Nuestro centro, ya “Santiago Ramón y Cajal”, antes “Convoy de la Victoria”, en aquellos momentos se respiraba un auténtico clima de convivencia. Los grupos, ya mixtos, estaban formados por católicos y musulmanes, en distintas proporciones.

Los cursos superiores se mostraban remisos para dar el primer paso e iniciar la instalación del belén. Los grupos de Primera Etapa quizás más motivados, como los de Educación Infantil, se adelantaban y daban ánimos a los demás.

En mi grupo, ya aludido, no se sentían muy animados para dar comienzo a esa costumbre ya establecida en el Centro. Pero alguien, un animoso compañero, quiso dar el primer paso, teniendo en cuenta que no disponían de recursos para que se convirtiera en realidad. Este improvisado “líder” tenía una gran habilidad para contagiar al resto. Y se constituyó una especie de “comisión” para poner en marcha el proyecto.

Bien cierto es que lo que, en estos grupos imperaba era “hacer una fiesta”, que solicitaban a final de cada trimestre, y que consistía en cada uno hacía su propia aportación de “chucherías” y refrescos, un aparato reproductor de canciones y una buena disponibilidad para bailar. Se recomendaba que, al final, el aula quedara limpia y ordenada.

Pero el trimestre Navideño era distinto, Junto al “belén” la decoración tenía que ser la apropiada, con predominio de luces y, en algunos casos, en noble “competencia” el arbolito. Por otra parte, los villancicos disfrutaban de un trato especial.

Así, que manos a la obra, y el animoso compañero, nos sorprendió al día siguiente con un magnífico portal de belén, elaborado por él, mostrando una vez más, su habilidad para los trabajos manuales. Había “perdido” toda la tarde en elaborarlo, confesando que en su casa le habían echado una mano.

Con el portal ya construido, faltaba completarlo con los “protagonistas” del mismo y, sin dudarlo, acordaron que cada uno aportaría una figurita que, para que no se repitiera se responsabilizó a cada alumno y alumna de conseguir el personaje correspondiente y elementos decorativos, incluidas las luces.

Nadie falló y, con todos los elementos disponibles montaron el belén, prestos y dispuestos para que todos disfrutáramos del mismo.

Causó sensación el belén, y en horas de recreos el resto de los grupos del Centro se acercaban a nuestro aula y se quedaban admirados de los logros conseguidos por nuestra clase, que con el tiempo record lograron conseguir el objetivo de tener su belén, hecho que daba el grupo como irrealizable.

Destacar en este relato lo más significativo: una puesta en funcionamiento del belén, colaboraron y participaron de manera activa todos los miembros del grupo. Los chicos y chicas musulmanes, sin reparo alguno fueron activos colaboradores para conseguir el objetivo propuesto. Aparecían entusiasmados con las figuras del belén que se les habían asignados; colaboraron activamente en la colocación y decoración del aula, dando un ejemplo de convivencia y tolerancia, muy necesario en nuestros días.

Con el escenario dispuesto y, llegado el último día de clase, se dispusieron a celebrarlo. Ese día nadie quiso salir al recreo. Venían provistos de instrumentos típicos navideños, en especial panderos, y por parte de los alumnos cristianos portadores de villancicos clásicos de la Navidad, que los alumnos musulmanes también los conocían.

Los bocadillos del diario, se mezclaron con los productos navideños y una modesta botella de sidra, que me ofrecieron, así como otras chucherías y refrescos. ¡Y la fiesta empezó! En el transcurso de la misma, la consiguiente parada para “picar”.

Ya finalizada la jornada, y antes de arreglar el aula, como colofón a tan bonita jornada, tenían una agradable sorpresa para mi: el “poeta” musulmán del grupo había compuesto un villancico, con el que me obsequiaron: “El maestro y su familia/ se han ido a Sierra Bullones/ y todos llenos de alegría/ se han ido a Sierra Bullones”. Después de su exposición aplausos, risas, emoción… Y punto final a una jornada de clases, que no fue como la de todos los días, con el sello inconfundible de dar por finalizado el primer trimestre del curso.
 

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