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sociedad - LUNES, 3 DE ENERO DE 2011


fumando un cigarrillo hace tres dias. p.g.

salud / primer dia sin tabaco
 

Espacio sin humos

El personal de limpieza de la ciudad está entre los más afectados por la prohibición de fumar en los bares y cafeterías. Ayer, por las calles de Ceuta, muchos más cigarrillos de lo habitual
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Esta imagen, la de la foto, la de un hombre sentado en la barra de una cafetería, leyéndose el periódico mientras se bebe un café y se fuma un cigarrillo, es ya una estampa del pasado.

Con la nueva ley del tabaco, vigente desde ayer, solo está permitido fumar en centros penitenciarios o psiquiátricos, y en centros de mayores o de personas con discapacidad, siempre que sea en las zonas exteriores de los edificios.

El ámbito de la hostelería es el que cuenta con mayores limitaciones. Los hoteles pueden reservar hasta un 30% de habitaciones para fumadores (siempre y cuando estén separadas del resto), pero en los bares solo se permite fumar en espacios al aire libre. Ya no está permitido adecuar un espacio interior para los fumadores.

Ésta nueva ley se ha convertido para muchos en el empujón que necesitaban para dejar de fumar. Aprovechar estas restricciones para reforzar los clásicos propósitos de Año Nuevo. Dejar de fumar encabeza muchas listas de buenas intenciones. Al menos, durante los primeros días de enero.

Como en la lista de Gema, que hasta hace dos días, cuando entraba en El Cafelito, lo primero que hacía era encender un cigarro. Desde ayer, su intención es no encenderlo nunca más. María, la camarera de dicha cafetería, se lo agradecerá. A ella le parece “estupenda” esta nueva ley. “Yo no fumo y, con este trabajo, me trago muchísimo humo a lo largo del día”, explica.

Para sobrellevar el mono, muchos fumadores están optando por el cigarro electrónico. Se trata de un dispositivo a pilas que imita al cigarro tradicional, pero que solo desprende vapor. Cada recambio equivale a unas 350 caladas, las que suelen darse con un paquete de tabaco. El kit, que incluye recargas de cartuchos, tanto con sabor a tabaco como con sabor a menta, cuesta en torno a los 50 euros, y ayer se agotó en algunas farmacias.

Pepe y Miguel, dueños de un estanco de la calle Real, están convencidos de que estas buenas intenciones de dejar de fumar durarán, “como todos los años, un par de semanas”. Por lo que creen que aunque los establecimientos notarán los primeros días que entran menos clientes, en poco tiempo se volverá a la situación normal. A pesar de ello, consideran que una restricción tan radical se convierte en “un acto que suprime toda libertad”.

Carlis, dueño de la cafeteria que lleva su nombre está planteándose colocar en la puerta de su local un cenicero, pero teme convertirse en el cenicero de todos. “A mí no me importa ponerlo para mis clientes, pero lo que no quiero es que acaben apagando ahí sus cigarros todos los que entren en los negocios colindantes”, protesta. Los que sí lo tienen claro son los del Bar Charlotte. “La gente se saldrá a fumar fuera y ya está”.

Eso es, precisamente, lo que ayer estaba haciendo la gente. Y los que más lo notaron fueron los de los servicios de limpieza. A las puertas del bar Noray, una barrendera tiraba un recogedor lleno de cajetillas y cigarros. “Yo sí que he notado la ley”, aseguraba.
 

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