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sucesos - SÁBADO, 8 DE ENERO DE 2011

 

delincuencia

Una pedrada truncó la carrera de un policía que estuvo de baja 18 meses y no volverá nunca a los servicios de calle

CEUTA
Luis Santiago

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Las reiteradas agresiones a las Fuerzas de Seguridad también tiene sus víctimas, agentes lesionados por el impacto de las piedras.

Uno de los casos más graves, acaecido hace dos años, fue el del agente Salvador Hernández, al que una pedrada en el pómulo le causó una lesión grave y con efecto retardado. El paso del tiempo le fue descubriendo secuelas graves que le han alejado del servicio en la calle por la pérdida de visión de un 30% en un ojo.

El policía local explica que “el 6 de julio de 2008 subimos a El Príncipe detrás de un coche robado que iba haciendo trompos. A la altura del centro de salud, salimos del coche y nos apedrearon. Una piedra me impactó en la cara de lleno, en el pómulo, casi a la altura de la sien. Me reventó la ceja, el pómulo y el ojo”.

El compañero de patrulla de Salvador lo metió en el coche y lo llevo al Hospital Universitario de Ceuta. Allí le hicieron un fondo de ojo, detectaron una inflamación interior y tuvo que guardar reposo absoluto durante un mes. Salvador pasó sus primeras revisiones por ser un accidente laboral en la Mutua de Ceuta y Andalucía y lo derivaron a la Clínica Tecnoláser del Sur, de Cádiz. “Vieron que tenía la pupila abierta y me diagnosticaron una Uveitis Postraumática. A partir de ese momento, descubrieron que tenía un agujero en la retina y eso provocó que tuvieran que intervenirme quirúgicamente tres veces en la clínica de Cádiz”.

Una vida destrozada

La pedrada de aquel vándalo no solo destrozó el ojo a este policía sino que le alteró su vida para siempre. Estuvo impedido de poder hacer sus tareas habituales, de baja permanente mucho tiempo, y su mujer le ayudaba para llevar una vida normal. Tuvo que dejar de leer, ver la televisión, hacer deporte y de ir a la playa. En el verano de 2008 no fue ni un solo día y en el de 2009 fue tres veces y pagó un precio muy caro. “Se me resecaba el ojo, parecía que me echaban arena y se me hizo una quemadura”, explica.

Todavía le quedaban meses de revisiones y de operaciones porque la rotura en la retina provocaba una tracción del ojo que hacia temer a los médicos que perdiera la visión totalmente si le operaban de una vez.

Cuando sufrió la brutal agresión, Salvador Hernández llevaba veinte años trabajando en la Policía Local y tenía sus aspiraciones de progresar en la escala de mando. “Quería hacer la oposición para inspector, pero eso truncó mi carrera”, recuerda con amargura. Desde ese momento tuvo que plantearse el servicio de otra manera. “Siempre me gustó la calle, la patrulla y desde ese momento tuve que pasar a las oficinas forzosamente”, señala este veterano agente que en enero de 2010 se reintegró al día a día trabajando en la oficina de Seguridad Ciudadana.

Cuando aprieta el sol, especialmente en verano, Salvador tiene que ir por la calle con gafas y gorra, esto último es algo que nunca se ha planteó ya que el uniforme policial ya le obligaba a usarla.

Todavía hoy, vive condicionado por un día de servicio policial de 2008 y sabe que aún le aguardan dos años de revisiones cada tres meses en la clínica gaditana. Recuerda el tiempo de más sufrimiento como algo pasado, “dolía más que una muela y en mi vida he tomado tanto Nolotil y tantos calmantes”. Y tiene una larga lista para el periodista con lo nombres de las personas que le han sostenido, apoyado e impulsado para que siga adelante. De la primera, su mujer, Mariángeles, dice que “se lo debo todo, desde el principio ha estado apoyándome y luchando por mí”.

También quiere agradecer todo el aliento recibido de sus compañeros de Comisiones Obreras, del inspector Alfonso Vega, jefe de Seguridad Ciudadana, de Eduardo Vallejo, del 092 y de toda la plantilla en general.

Esperando el juicio

A nivel de actividad, además del servicio en las oficinas, el policía ha vuelto a hacer deporte pero a un ritmo muy lento. Poco a poco.

Ahora tras las secuelas físicas y psíquicas le queda por rebasar una última etapa, la del procedimiento penal. El Cuerpo Nacional de Policía detuvo al presunto autor de la pedrada y fue puesto a disposición judicial.

La instrucción del caso está avanzada después de las correspondientes investigaciones policiales, testimonios y las revisiones de los forenses a las que ha tenido que someterse.

Salvador Hernández espera ahora que el juzgado le convoque para el enjuiciamiento de su presunto agresor. Parece que, por fin, 2011 será el año en el que se hará justicia.
 

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