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OPINIÓN - MIÉRCOLES,12 DE ENERO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Personas influyentes
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El poder de las personas se percibe inmediatamente. Sobre todo en las pueblos y ciudades pequeñas. Por ejemplo: está usted en un restaurante lleno hasta la bandera y donde hay mucha gente en lista de espera para obtener una mesa, y es testigo de cómo un tipo influyente es recibido con parabienes y, en un amén, se le habilita una mesa en el comedor. Ante la desesperación de quienes llevan más de una hora matando el tiempo en la barra de la cafetería.

Las personas influyentes eluden problemas y molestias que sufren los que no gozan de semejante capacidad. Verbigracia: debe usted pasar bajo un arco que detecta metales. Y si acaso les suenan los zapatos o las botas, inmediatamente debe descalzarse y quedarse en calcetines. En Ceuta, tenemos un helipuerto y es obligatorio, como no podía ser menos, pasar la prueba del detector de metales. Y los zapatos les suelen sonar lo mismo a una persona influyente que a un desconocido de piel cetrina o a una profesora de piano que viaja a la península para verse con su novio.

La persona de piel cetrina y la profesora de piano que viaja hacia la Costa del Sol buscando darse un homenaje de aquí te espero, han de descalzarse. Y hasta serían obligadas a desvestirse íntegramente si acaso la máquina insiste en seguir aullando.

En cambio, a la persona influyente o poderosa, por más que les suenen los zapatos o los adentros, nadie es capaz de hacerle cumplir lo estipulado. Más aún: el encargado de la seguridad suele dar lo mejor de sí mismo. Y lo mejor de sí mismo es, sin duda alguna, ponerse a disposición de la persona tenida por poderosa y, sin ningún pudor, ofrecerse para todo y hasta pedirle las disculpas correspondientes, porque el arco detector de metales no haya sabido distinguir la diferencia que hay entre un mindundi, un don nadie y los personajes que pisan tan fuerte en la ciudad como para que ‘El Mundo’ los destaque.

Me consta que en el helipuerto, desde que comenzó a funcionar la línea de helicópteros, Juan Vivas y José Fernández Chacón no han tenido nunca que hacer el menor asomo de strip tips. Aunque a su paso por el control de metales les sonara hasta el carné de identidad. Tengo la certeza de que Francisco Márquez, en sus idas y venidas en los aparatos voladores, jamás ha sido molestado aunque su cuerpo sonara como si fuera un hombre orquesta.

Y qué decir de Yolanda Bel o José María Campos. Todos ellos, además de ser poderosos, son muy conocidos. Tan conocidos como para que los servidores de hacer cumplir la ley saquen a relucir su carta de amabilidades. Y es que los ciudadanos “más poderosos” están en su perfecto derecho de que se les dispense de ser tratados como plebeyos.

Pues bien, ahora entiendo la razón que tuvo Mohamed Alí para formalizar la alianza de su partido con el de Aróstegui. Y, claro está, se me viene a la memoria lo que me dijo en su momento:

-Mira, Manolo, a partir de ahora seré más reconocido y respetado por las instituciones, gracias a que seré presentado en sociedad por Aróstegui.

Y no estaba equivocado el líder de la UDCE. Ya que ‘El Mundo’ le ha dado la categoría de persona influyente. Poderosa. De modo que Alí ya tiene bula para no quitarse los zapatos, aunque éstos suenen como una matraca, a su paso por el detector de metales del helipuerto. Ya es alguien…
 

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