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sucesos - JUEVES,13 DE ENERO DE 2011

 

robo

Un chico belga empapela la ciudad para
encontrar al ladrón de su bicicleta

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Como si de la película de Vittorio de Sica se tratara, el ladrón de bicicletas está en la ciudad. Y el objetivo de Steven es encontrarlo y recuperar la suya, su objeto más querido, además de su medio de transporte.

Steven es un joven belga de 28 años que se dedica a viajar por el mundo. Salió en junio desde Bélgica en bicicleta y llegó hasta Alemania. Después fue hasta Francia y Suiza. En ese último destino se afincó durante cuatro meses, siempre con su bicicleta. Estuvo trabajando como voluntario en una granja. Después, en un hotel, el tiempo suficiente para conseguir algo de dinero que le permitiera seguir adelante con sus viajes por el mundo.

Una vez juntados algunos ahorros, su siguiente destino fue el país de la bota. Tras recorrer Italia regresó a Francia. Después bajó hasta los Pirineos y volvió a trabajar en una granja, en la que se dedicó al cuidado de cuarenta vacas.

Fue tras esa experiencia, cuando decidió bajar a España. Y así fue como este viajero y su bicicleta llegaron hasta Ceuta. Su intención ahora era adentrarse en Marruecos, donde tenía previsto participar en un tour para ciclistas y seguir haciendo voluntariados en granjas.

Quería descubrir Marruecos y romper los estereotipos preconcebidos: “Hay muchos marroquíes en Bélgica y no tienen una fama muy buena -explica el joven-, por eso yo pretendía descubrir por mí mismo que no eran como los demás decían en Belgica que son..., pero bueno, después de esta experiencia no tengo la oportunidad”.

“¿Y cómo han podido robarme mi biciclteta?”, se pregunta el chico. “A mí me gustan las montañas y la naturaleza, y cuando viajo siempre busco un sitio en ella para poner mi tienda y dormir. Como aquí en Ceuta no hay mucha oportunidad, pensé que Monte Hacho era una buena opción”, explica.

Apareció en la zona agotado. Había llegado de Tánger el día anterior y cargar con una bicicleta, cuatro maletas, un saco de dormir y una tienda de campaña no ayudaban. El cansancio le dejó rendido. “Monté mi tienda, enganché mi bici y me quedé dormido”, añade. Eran las cuatro de la tarde, su siesta duró media hora. Cuando se despertó, su bicicleta ya no estaba allí. “Quizás si la hubiese enganchado mejor..., pero bueno, ahora es demasiado tarde”, lamenta.

Al ladrón, al ladrón

Ante la desesperación, Steven decidió empapelar la ciudad con unos carteles muy peculiares, en los que, directamente, apelaba al ladrón. “¡Me has robado la bici, sí, tú!”, encabezaba el anuncio.

En él, indicaba que su bicicleta y él habían hecho juntos más de 3.000 kilómetros. “Me has paralizado, me has roto las piernas, cortado las manos”, empezaba la apelación a su ladrón. “Por favor, dámela para que nosotros podamos ser felices de nuevo”, continuaba.

Después, hablaba de ella: “Solo tiene un año y medio, y le gusta mucho la canción de los pájaros, el viento y la montaña”. Steven no tiene muchas esperanzas de encontrar su bicicleta -”todo el mundo me dice que estará en Marruecos ya”-, pero la esperanza es lo último que se pierde.
 

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