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OPINIÓN - DOMINGO,16 DE ENERO DE 2011

 
OPINIÓN / CEUTA A VISTA DE “GUIRI” (Personas, paisajes y paisanajes.)

Mi primer encuentro: Rabeh el taxista

Por Nuria de Madariaga- Van den Berghe


Es sabido que, cualquier ciudad, puede ser contemplada desde diversas perspectivas. A “vista de pájaro” es decir, con fotografía aérea, el lugar puede aparecer en toda su amplitud, pero, desde el aire, no te enteras de nada.

También puede ser observada desde el día a día, desde lo cotidiano, por “costumbre” y entonces no se suele “mirar” con auténtica atención, ni se ponen en alerta máxima los mecanismos mentales del “instinto del explorador”.

Por último y ese es mi caso, una nueva ciudad, un nuevo lugar puede observarse “a vista de guiri” de extranjero, de importado, de total desconocedor que no sabe lo que se va a encontrar y que está a “verlas venir”. Así llegué por un tema de trabajo hace un par de meses, en un desagradable día gris y lluvioso, con la mar alborotada y sin nadie a quien llamar, aunque sí con una gran curiosidad por “pasear” la ciudad y empezar a descubrirla, a ver que tal y a ver si me convencía lo bastante como para pasar parte de cada mes en ella.

¿Y lo mejor para “enterarse” de un lugar?:Preguntarle a un taxista. Así me acerqué en la Gran Vía a la parada y allí al taxi nº 11 “Oiga ¿Cuánto cuesta una vuelta por la ciudad y luego llevarme al puerto?”. Me señaló un precio, yo dije otro, llegamos a un acuerdo y me monté en el vehículo para que mi, ahora amigo, Mohamed Rabeh me enseñara la ciudad. Dejé el recorrido a su libre albedrío y pinchándole un poco “Me enseña lo que pueda, esto, desde luego, no es Marbella”. Rabeh se picó “¿Qué no es Marbella? ¡Por supuesto que no! ¡Esto es mucho mejor!”.

No recuerdo más que vagamente nombres de calles y de lugares que me iba mostrando, porque, ni un solo segundo, dejó de hablar y de pregonar las excelencias de “su” Ceuta. Si pasábamos por una zona ajardinada “era” la mejor zona ajardinada porque “su” Alcalde era el mejor. ¿Y las palmeras? “Sin picudo rojo”. ¿Y la limpieza? “Se puede comer en el suelo, aquí en el centro se puede comer en el suelo”. Vale, es verdad que estaba y está limpio y repulido, cuidadísimo, sin contenedores rebosando basuras y sin restos de botellón, pero tampoco yo me había subido en el taxi para que ese tipo me humillara. Y con la belleza de las playas me humilló y encima se obstinó en llevarme, en esa tarde de nubarrones, por la carretera de Benzú, Rabeh iba entusiasmado “¿Ha visto usted? ¿Tiene en Málaga algo así?” Gruñí “Yo veo una carretera al lado del mar, con buenas vistas, nada más”. El taxista se ufanó “Pues no. Usted no ha visto nada, porque por aquí va un paseo marítimo maravilloso que va a hacer Vivas, el mejor paseo marítimo de España y aquí el agua de las playas está limpia y no tiene porquerías”. Comprendí de que iba la cosa y creí haber descubierto la auténtica personalidad del taxista “Oiga, amigo Rabeh, a usted le paga una gratificación la Ciudad Autónoma ¿verdad? Me refiero a que le gratifican por hacer propaganda turística”. El hombre se mostró confuso “¿Pagarme? No, me paga usted lo que hemos convenido cuando lleguemos al puerto ¿Qué dice de que me pagan?”.

Pues no. El ceutí cantaba las maravillas de su ciudad de manera espontánea y con un entusiasmo contagioso, me obligó a bajarme del coche, casi por la fuerza, para contemplar cerca de un cuarto de hora la formación rocosa de “la mujer muerta” con una peineta de nubes grises de levante, fluctuantes y movedizas, envolviendo el perfil y luego, para consolarme porque estaba aterida me señaló un pequeño café “El café moderno”. “Si quiere se puede tomar usted un té aquí porque aquí se toma…” Me apresuré a acabar la frase “El mejor té del mundo” (Lógico, todo lo suyo era lo mejor) Rabeh me corrigió “No, el mejor del mundo no lo sé, pero sí el mejor té de España, porque en Ceuta…” Volví a acabar la frase “Se toma el mejor té de España, ya lo sé, si quiere le invito y me acompaña”.

El ceutí rechazó la oferta “No, yo la invito a usted, porque soy de Ceuta y la gente de Ceuta es…” Esta vez fui más rápida “Ya, ya, es la mejor y la más hospitalaria de España ¡faltaría más!”.

Tomamos un té con dulces junto a una ventana, las olas rompían a un metro de distancia y realmente la naturaleza era más auténtica, más salvaje e infinitamente más hermosa. Sobre todo por la mágica movilidad de las nubes y por el cromatismo cambiante azuzado por el aire, que parecía de cristal. Lógicamente no se lo dije a Rabeh, para no darle nuevos argumentos. Y con la esperanza de que se le hubiera secado la lengua y enmudeciera al menos unos minutos.

Pero ni por esas, porque aún debía envanecerse y sublimar su ego caballa llevándome al Mirador. Allí tuve que suspirar “¡Joder, que precioso!. Porque era “la hora violeta” justo el instante en el que palidece el día en matices malvas y apuntan las primeras luces. Al fondo del paisaje el taxista seguía con lo suyo “Esto es maravilloso, nuestro Alcalde es el mejor y vamos a más porque…”.

Eso ya dejaba de ser un monólogo para convertirse en una sucesión de slogans pre-electorales. Pero me convenció.

Y el pasado domingo cuando llegué con mis muebles en cajas, al único que pude avisar y el único que me estaba esperando para ayudarme fue mi amigo Rabeh, por supuesto que yo tenía pensado llevarle un detalle ¿Y que mejor detalle que mi consuegro Jorge Bugga que es de Transilvania y no conocía Ceuta? ¡Para que le comente y pedí que “demostrara” a mi consuegro la belleza de la hora violeta porque, como también es “guiri”, ya se sabe…!

Esta vez mi amigo se superó y como la energía telúrica que desprende la ciudad por la cercanía de montañas, es tan fuerte, no llegó a abrumarme tanto, pero sí a mi consuegro transilvano que tiene casa a treinta kilómetros del castillo de Drácula y que está acostumbrado a paisajes sublimes. A Jorge Bugga le engatusó de tal manera con su dialéctica imparable e implacable, que, en estos momentos, está suspirando por trasladar su empresa a Ceuta.

Esa fue mi primera impresión “a vista de guiri”: la visita guiada por un forofo caballa, el descubrir lugares de la mano de un enamorado de Ceuta, lugares y sabores, rincones y sensaciones, hora violeta y gaviotas, mares y energía telúrica a chorros de presión. Y la calidez increíble de este amigo, su entusiasmo por hacerme , hacernos, partícipes de su pasión por esta tierra.

No he podido tener mejor aterrizaje caballa. Gracias a Rabeh. Aunque a veces se pasa y asemeja que la ciudad es suya y que la está exhibiendo. Pero se disculpa porque, de verdad, merece la pena. ¡Ay, esa hora violeta…!.
 

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