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OPINIÓN - JUEVES, 20 DE ENERO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Larga sobremesa
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Recién comenzada la sobremesa, decidí mirar el reloj para comprobar cuánto tiempo durábamos todos los comensales reunidos y conversando. El reloj marcaba las tres y media, y cuando decidimos dar por finalizada nuestra tertulia, resulta que éste había avanzado cuatro horas. Cuatro horas charlando dan para mucho. Dan, entre otras cosas, para aburrirse y hacer posible que los bostezos ininterrumpidos cundieran en el ambiente. Tanto tiempo hablando pudo ser motivo para que alguien, debido a la somnolencia que producen los primeros síntomas de la digestión, pegara más de una cabezada, ante el regocijo de los demás. Y, por qué no, tan extenso parlamento pudo muy bien enfrentar a las partes, por algún motivo sin importancia. Nada de lo reflejado sucedió. Todo lo contrario: el que estuviésemos cuatro horas de cháchara, sin que nadie quisiera ahuecar, puso de relieve la necesidad de hablar que tenemos todos, siempre y cuando ninguno de los reunidos intente imponer su voluntad.

En tan larga sobremesa, debo decir que ningún comensal había sido nacido en Ceuta. Quizá lo fuera, aunque no me atrevería a asegurarlo, la persona que, casi al final, se unió al grupo. Sé que era de religión musulmana. Pero no se me ocurrió preguntarle si era español y venido al mundo aquí. Y, desde luego, tampoco me atreví a inquirirle acerca de si era hijo o nieto de esos soldados de Regulares que han sido tachados de traidores por la coalición Caballas.

Lo cierto es que a todos los presentes en esta tertulia de la que hablo, nos unía el enorme atractivo que esta ciudad ejerce sobre nosotros; en mi caso está a punto de cumplirse ya tres décadas sintiendo semejante ascendencia. Y no me canso de repetirlo. Por más que decirlo, como asimismo reconocer que Ceuta ha sufrido una enorme transformación en los últimos años, para bien, sea motivo principalísimo para que se nos catalogue de mala manera por parte de quienes deberían darse cuenta de que su participación en la política activa es de segundo plano. Porque así lo manifiestan los ciudadanos cada cuatro años en las urnas.

En tan larga sobremesa, también hubo tiempo para dialogar de fútbol. Y a mí me tocó decir lo siguiente: sigo teniendo puesta una confianza enorme en el buen hacer del presidente de la ADC. Hasta el punto de que estoy convencido de que su gestión acabará obteniendo los éxitos que él se ha exigido. En relación con la Feria de Fitur dije que se me había invitado a ir, pero que mi pereza a la hora de viajar es tan evidente como para que rechace cualquier oportunidad de hacerlo. Tal vez sea que uno viajó muchísimo otrora. Aunque reconocí la necesidad que tenemos los españoles de ir de un lado para otro; ya que los nacidos en tierras de conquistadores somos personas muy dadas a recorrer mundo.

Y, por último, conversamos sobre la obesidad. Y a mí se me ocurrió contar la siguiente conversación entre el doctor Marañón y Pedro Sainz Rodríguez: -Don Pedro, no debe usted preocuparse excesivamente por su obesidad; tiene una gran salud. Usted es un gordo constitucional y no le conviene adelgazar excesivamente, aunque es posible que muchos médicos se lo aconsejen. Y don Pedro respondió: -Pues mire usted, Marañón, como creo que soy lo único constitucional que queda en esta país, voy a conservarme lo más gordo posible. El auditorio se echó a reír.
 

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