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OPINIÓN - JUEVES, 27 DE ENERO DE 2011

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

El rostro pálido
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

No era para menos. La travesía había sido terrible y al llegar al puerto, al de Ceuta o al de Algeciras, en lo primero que uno pensaba era en la seguridad del propio puerto, frente al mareo tan grande que produce el “baile” de los barcos, en días como el lunes o el propio martes, sin que dejemos de lado el mismo domingo.

Hay que echarle “coj...” para meterse en un barco tal y como estaba el mar, en la mañana del lunes. Es lo que me decía, en el comedor, un señor que había venido en el barco de Balearia que salía de Algeciras a las siete de la mañana. “Ha sido horroroso”, es lo primero que decía este pasajero, “nunca había viajado como hoy, me daba miedo”. Sus palabras eran claras, no necesitaban ningún tipo de interpretación más.

Su cara lo decía todo y eso que ya hacía más de tres horas que había llegado a Ceuta. Y aquí, una vez más, estamos en la disyuntiva de, que no salgan, si el mar está malo, o de salir, pero ateniéndose a las consecuencias. Lo difícil es dar con el punto justo.

Yo lo tengo claro, para mí, salvo por causa de un problema mayor, en un día con el mar en esas condiciones, me quedo al otro lado, me quedo en el puerto, pero no me embarco así.

Los barcos de Acciona, ese grande y de Balearia, otro de los grandes, hicieron la trayectoria, como pudieron, pero la hicieron. Ni que decir tiene que, no fueron puntuales en la salida y menos en la llegada, mejor fuera. Aquí y en estas circunstancias los retrasos no cuentan, sean de una hora, de dos o del tiempo que sea.

FRS no se podía arriesgar a hacer la travesía, hubiera sido una temeridad y, por consiguiente, suspendieron sus servicios. Tiempo tendrán para recuperar lo perdido.

Por de pronto, fueron sus “posibles viajeros” los que menos tuvieron que soportar las embestidas del oleaje, porque se habían quedado en el puerto. Allí había más seguridad.

Los otros, los viajeros de Acciona y de Balearia llegaban a puerto con el rostro pálido, el viaje había sido “movidito”. Encima con bromas, cuando las maletas habían corrido de un lado al otro del barco, como si estuvieran navegando por debajo del mar, fatal.

Un día como el del lunes es de los que marcan y de qué manera, a quienes no son dados a viajar, sin ton, ni son. En días como el lunes, hay quienes marcan una línea divisoria entre lo que es viajar, por estricta necesidad, y viajar por placer.

Un día como el lunes, o como el martes, salvo para los “lobos marinos” no es día de viajes. El mar se muestra como es. La mar nos pone de manifiesto que la naturaleza no puede ser doblegada, por mucha tecnología y muchos adelantos que se hayan creado.

Ya antes de embarcarse, se notaba en el semblante de los que saben lo que es el estrecho, cuando se pone bravo, y estos días lo estaba, a más no poder. Otros, los que no lo conocen, entraban al barco sin saber lo que les esperaba, pero muy pronto lo supieron.

No se había salido de las inmediaciones de Gibraltar y ya había más movimientos que esos que se dan en los barcos piratas de las ferias. Lo malo era que, en primer lugar, no se había llegado, todavía, al estrecho, de verdad, y además eran movimientos en serio, no de esos programados para divertirse.

La pregunta que más de uno se hace en estos días es:”¿Qué solución podría darse en una travesía así, si hubiera cualquier percance?”. Lo mejor es no responder a esto y mucho mejor es que no suceda nada.
 

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