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sucesos - MARTES, 1 DE FEBRERO DE 2011


tareas de identificación.  FIDEL RASO

OPERACIÓN GUADIANA, DE NUEVO EN EL PRÍNCIPE
 

Escaramuzas, pedradas y disparos disuasorios en Príncipe Alfonso

Una veintena de agentes de la UPR penetraron anoche en el barrio para identificar a varios vecinos ante las miradas contrariadas de numerosos residentes
 

CEUTA
Antonio Gómez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Una veintena de agentes de la Unidad de Protección y Respuesta (UPR) junto a varios funcionarios de paisano volvieron anoche a hacer acto de presencia en un barrio para solivianto de algunas decenas de elementos a los que les delata el gesto de sus caras manifestando la desazón por ver a la Policía en su territorio. “Esto no son capaces de hacerlo en el centro”, mascullaban. “Sacad, sacad, lo que les hacen a los niños”, advertían al grupo de periodistas de EL PUEBLO que se dio cita en el lugar de la acción policial. Esta nueva fase de la ‘Operación Guadiana’ duró una hora y media, varias pedradas y varios disparos disuasorios después.

Realmente a la Policía no se la recibe bien en El Príncipe. Quien diga lo contrario miente. Con la oscuridad de la noche sobre las 20:15 horas, una veintena de agentes pertrechados con equipamiento antidisturbios formaban binomios (escudo-escopeta) para avanzar desde la calle principal hacia el zoco y recorrer los estrechos callejones del alrededor de la plazoleta. Y todo ello en medio de una evidente tensión entre algunos elementos del barrio. Malas caras, reproches y muchos comentarios.

Aquí los teléfonos móviles se usan para dar rápidamente el ‘agua’ (avisar). Son momentos complicados. La Policía está, avanza, pide documentación mientras otros binomios protegen el perímetro. Otros, de paisano contravigilan.

A pesar de ello no se puede evitar que, probablemente menores bien azuzados y enseñados, hagan estallar ladrillos al paso de los policías. El sonido de uno de ellos contra el suelo a escasos metros llama la atención. Se responde rápido con una serie de disparos de escopeta cargada con pelotas de goma, mientras se intenta cercar a los ‘tiradores’. Difícil, las escaramuzas se diluyen en el enredado urbanismo que se erige en fortaleza para el mal.

Urbanismo permitido que avanza sin cesar pese a todo lo que se diga. Un paseo por el barrio sirve para comprobar cómo es de dinámico el ladrillo y el cemento (imposible que eso suceda en la calle Real). Un urbanismo que impide el movimiento de los agentes de Policía como debería, pero que también impediría el de cualquier respuesta ante una emergencia grave. Un vecino anciano que lleva viviendo en una de las casas más antíguas, desde hace 40 años, sentencia: “No pasa nada porque Dios no quiere”. “Esto está perdido, no hay respeto en esta juventud”, se lamenta curiosamente recordando a Franco. Fue Regular, añade con orgullo.

Mientras tanto, la Policía avanza cuesta abajo dejando a la espalda la iglesia que custodia al Medinaceli. Abajo en el zoco, una muchedumbre atiende curiosa y con signos evidente de contrariedad. Se detesta a la Policia. Afortunadamente hay vecinos (la amplia mayoría) que no tienen nada que ocultar y son capaces de aconsejar: “No vayáis por ahí que acaba de caer una loseta”, nos decía cuando seguíamos los pasos policiales. “Ellos van con cascos”.

Los callejones son lugares trampa, la Policía lo sabe. Los tiradores se apostan en las alturas de edificaciones a medio construir y por encima del foco de la farola. Imposible para el ojo humano a contraluz. Y empiezan a caer piedras. Los agentes en posición de cubiertos tratan de averiguar de dónde provienen. Un grupo sale a buscarlos, pero cuando no son por los callejones (sólo se cabe de lado), es por la maleza y las arboledas que protegen otro enjambre de viviendas y de callejuelas más abajo. Difícil, pero se les ha visto y se puede reconocer a alguno (casi siempre son los mismos, o los del entorno).

A las 21:30 horas, el grupo policial recorre sus últimos metros hasta la zona base, tras el Reina Sofía. Se vuelven a oir detonaciones. Los agentes que custodían los furgones han de responder a piedras que han sido lanzadas contra los vehículos en la explanada. Por arriba tres binomios tratan de cercarlos... tampoco. Se oyen voces, gritos que adivinan gargantas de niños.

La Policía se retira finalmente tras una escaramuza a las 21:45 horas. ¿Misión cumplida?: sólo cuarenta minutos más tarde los bomberos tuvieron que acudir al barrio para sofocar el fuego de dos colchones. La vida sigue. Mañana más.
 

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