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OPINIÓN - SÁBADO, 5 DE FEBRERO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Reír alarga la vida
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El jueves tenía previsto quedarme en casa. Pero cambié de opinión y a las dos de la tarde ya estaba pegando la hebra en sitio donde me encuentro siempre muy a gusto. En principio, estuve acompañado por Ramón Ruiz. Con quien me agrada hablar de cuanto se encarte. En esta ocasión, él me contó algunas cuestiones personales que sólo se hablan cuando se está convencido de la confianza que nos merece quien nos escucha atentamente. A partir de ahí, dejamos lo trascendente y nos pusimos a charlar de cosas banales.

De manera que mi estimado Ramón, tan madridista como yo, tuvo que aguantar pacientemente mis explicaciones sobre la gran mentira que se han inventado los comentaristas acerca de las grandes cualidades que adornan a Xabi Alonso; otro futbolista mimado por la prensa española en general, y por la madrileña en particular.

A nuestra charla, cuando estábamos a punto de despedirnos, se sumaron dos militares, que gozan ya de una vida cómoda, y las anécdotas salieron a relucir y con ellas se hizo presente el sentido del humor; que es, según tengo entendido, el recurso supremo de los seres inteligentes.

En plena risa, se me vino a la memoria lo que pensaba Paul Valéry, gran escritor francés, acusado de ser un misógino de altos vuelos -misógino, por si alguien no lo sabe, es quien siente aversión a las mujeres-, de los hombres que no saben reírse. Y no tuve el menor inconveniente en parafrasearlo: Los hombres mustios tienen en general muy pocas ideas.

Uno de los presentes, nada más oírme, recogió el guante y me respondió: los políticos deberían aprender a reírse de sí mismos y serían infinitamente mejores y, por tanto, gozarían del crédito que hace mucho tiempo dejaron de tener. Salvo honrosas excepciones.

Es verdad, que apenas quedan políticos cuyo magín sea un incesante surtidor de pensamientos, el acento irónico, la burla suave y acerada a la vez, la invitación a la risa, frente a la prepotencia y a la soberbia con que se vienen mostrando en general, unos y otros; es decir, los que gozan del poder y los que aspiran a lograrlo.

La risa es una descarga que conviene practicarla cada dos por tres, a fin de alejar los malos humores propiciados por los asuntos desagradables a los que hay que enfrentarse cada día. La jovialidad y la alegría son imprescindibles en la vida. Y, sin embargo, los políticos siguen empeñados en aparecer continuamente con el careto de la seriedad más absurda como prueba de identidad.

Yo no votaría a nadie que cada vez que se pone delante de un micrófono deja la sensación de estar estreñido. Momento en el cual conviene reírse de él. Y así lo manifiesto a cada paso. En Ceuta, cuando se aproxima la campaña electoral, los hay, me refiero a los políticos, que parecen estar peleados con el mundo mundial. Porque suelen mostrar unos rostros duros y unas caras tan largas que deberían evitar al menos para no echar horas extras afeitándoselas. Son políticos que andan siempre dispuestos a la gresca, y se atreven a tachar de descerebrados a los ciudadanos y a cuantos no les votan. Son criaturas que, debido al mal humor que destilan, son rechazadas. Aunque siempre les quedará la oportunidad de ser cancerberos de algo.
 

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