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sociedad - LUNES, 7 DE FEBRERO DE 2011


Fumador en la puerta de un bar. gardeu.

REPORTAJE / MEDIDAS DEL GOBIERNO
 

La ley antitabaco deja huella en la hostelería

Un mes después de su aplicación, continúa la polémica entre los detractores y los defensores de la prohibición del Gobierno de fumar en los lugares cerrados, tales como restaurantes, cafeterías o centros de trabajo

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

No, no se volvió a ver la clásica estampa mañanera en la que aparecía un hombre en la barra de una cafetería, fumando un cigarrillo mientras se leía el periódico local y se bebía el primer café del día. Ya ha pasado algo más de un mes desde que el pasado 2 de enero de 2011, el ministerio de Sanidad y Política Social aprobase una ley, por lo cual queda prohibido fumar en el interior de los locales cerrados, tales como bares y cafeterías, centros de trabajo, hospitales y otros espacios.

Una medida que ha sembrado la polémica entre los ciudadanos, desatándote tanto feroces detractores como efusivos defensores de la ley, siendo entre los trabajadores del sector hostelero donde se han desatado las mayores críticas.

Luis inauguró su bar hace algo más de un mes, coincidiendo con la aplicación de la ley antitabaco. “Si llego a saber que las cosas iban a cambiar con la ley, me lo hubiese pensado mejor”, reflexiona. Aceptó el traslado del bar ‘Alejandro’ y lo rebautizó como café ‘El Punto’, y aunque empezó muy ilusionado con su nuevo negocio, asegura que los beneficios están muy por debajo de las previsiones: “La gente se toma una cerveza y se sale a fumar, y ya no entra más, mientras antes se pasaban aquí la mañana entera”, apunta Hassam, uno de los clientes, “porque la salud es de cada uno, y yo creo que el tabaco no le molesta a casi nadie”. A lo que Luis añade: “Yo creo que deberíamos ser nosotros, los dueños, los que decidiéramos si en nuestro bar se puede o no fumar”. “Yo -rebate el cliente- si supiera que a él [al dueño] no le va a perjudicar, fumaría dentro del bar, que a mí no me parece bien que me anden prohibiendo; si me salgo fuera es solo porque no quiero que a él le pongan una multa”.

Miguel Ángel, otro cliente, además de dueño del restaurante ‘Don José’ apunta que los bares pequeños y las cafeterías se están viendo mucho más perjudicadas que los restaurantes: “Uno no deja de ir a comer con la familia porque no pueda fumar, pero si renuncia al café de media mañana que era la excusa para el cigarrillo”.

No es el único que se queja de que la nueva ley esté perjudicando su negocio: “Hasta la clientela fija está dejando de venir. Gente que llevaba viniendo toda la vida, me dice: ‘Mira, yo lo siento, pero es que prefiero ir a un bar que tenga una terraza en la que pueda fumar’. Pero yo no puedo sacar mesas fuera. En los almuerzos se nota menos, pero en los desayunos y meriendas, el descenso de clientes durante enero ha sido, por lo menos, del 30%”, protesta Miguel, el encargado del mesón ‘La Jota’, y añade: “El Gobierno debería recapacitar y dar marcha atrás con la ley antitabaco.

Aunque no todos son tan contrarios a la nueva ley. Cada mañana, en la cafetería ‘La campana’, puede verse a amplio grupo de gente echando el primer cigarrillo del día de cara a la Gran Vía. Hecho con el que los camareros están muy contentos. “Nosotros no hemos notado que venga menos gente. Solo que llegan, desayunan y se salen a fumar fuera”.

Del mismo modo piensan en una cafetería situada unos metros más abajo, en ‘La Juana’. “Nosotros, como tenemos la terraza, disfrutamos de la ventaja de que la gente se pone fuera. Y cuando llueve, no es que venga menos gente porque no se pueda fumar dentro, sino porque, simplemente, cuando llueve la gente se queda en sus casas”, apunta la encargada.

El ex-director del antiguo Instituto Cultural Español en Dublín, ahora llamado Cervantes, José Antonio Sierra, señala el ejemplo de otros países en los que ya desde hace años está prohibido fumar en los bares. Señala que Irlanda fue el primer país donde se prohibió fumar en los pubs, en el año 2004, y la sede que él dirigía fue la entidad pionera en la prihibición de fumar en sus instalaciones, ya en 1983. “Esta iniciativa fue muy elogiada, pero también rechazada y criticada por algunos socios y alumnos del instituto y parte de su personal laboral”, explica Sierra. Sin embargo, después del primer año de experiencia, las cosas se normalizaron: “Al final, todo el personal apoyó por unanimidad la prohibición, las compañías de seguros nos hicieron descuentos, y la jornada laboral se hizo más agradable”, concluye.
 


Los buenos propósitos, ¿se esfumaron con enero?

Las farmacias no tardaron mucho tiempo en dejar de venderlos, tras decidir que no les salía rentable. Sin embargo, en electrodomésticos ‘Ratan’, que son los encargados de su distribución, aseguran que el cigarrillo electrónico se sigue vendiendo “como el primer día” y que es frecuente que se les agote el producto de tanto como lo demandan. Pero lo cierto es que son frecuentes las situaciones en las que uno se encuentra con el cigarrillo electrónico, y sus respectivos recambios, que tanta curiosidad y expectativas despertó en algunos, amontonado en el fondo del algún cajón entre otros tanto objetos que se perdieron por el camino y que, pasada la emoción del primer momento, no volvieron a usarse nunca más. ¿O quien no conoce acaso a algún amigo, familiar o jefe que presumió el pasado 1 de enero con un “lo juro, desde hoy ya no fumó más” y se ha embarcado en el mes de febrero con un cigarrillo, y no precisamente electrónico, entre los labios. ¿Cuántos buenos propósitos se esfumaron con el mes de enero?
 

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