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OPINIÓN - VIERNES, 11 DE FEBRERO DE 2011

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Necesario sosiego político

La situación creada tras la intervención en el senado y posterior renuncia de la consejera de Asuntos Sociales, Carolina Pérez, requiere, por el asunto del que surge, de un sosiego que los demócratas han de saber mantener, por el bien de la democracia y de los ciudadanos que la sustentan y constituyen. No es de recibo que las palabras de la ya ex consejera, con las que ella misma explicó no pretendía ofender ni englobar a todo un colectivo y que, por tanto, calificó de “error”, sirvan para encender la mecha de un enfrentamiento con la espuria intención de hacerse con los votos de incautos ciudadanos que no acierten a darse cuenta de esa motivación electoralista. Tanto quienes gobiernan como aquellos que aspiran a hacerlo han de tener muy presente que la paz social está por encima de todo.
 

Un nuevo espacio para los ciudadanos

La Ciudad ha logrado materializar un viejo proyecto: la recuperación de un edificio singular y emblemático, histórico, como es el de la Estación de Ferrocarril. Pero no sólo es destacable de esta iniciativa que haya llegado a tiempo de salvar un patrimonio amenazado por la ruina, sino que también lo es el interés de que este nuevo espacio esté a disposición de la ciudadanía. Aunque en un principio se pensó para el edificio su uso como Biblioteca pública, el posterior comienzo de la construcción de la que el Estado promueve en el Recinto Sur hizo a los responsables del Gobierno local pensar en aprovecharlo para cubrir otras necesidades también culturales y sociales. Finalmente parece que podría convertirse en sede de la Federación de Vecinos, lo cual cumple a la perfección estos fines.
 

Tendrá que demostrar lo que dice en el juzgado

El furibundo ataque recibido ayer desde la sede de la coalición Caballas, que lidera Juan Luis Aróstegui, tendrá su segunda parte en sede judicial. El ideólogo impenitente, ahora de esta asociación política a la que se agarra como clavo ardiendo para alcanzar un deseado escaño en la Asamblea, deberá demostrar lo afirmado públicamente.

Tendrá que traer las pruebas pertinentes que indiquen el supuesto pago del PP a este medio al que denominó ‘panfleto’ atentando contra la dignidad de la empresa editora y de sus trabajadores a los que también descalificó llamándoles “mercenarios”. Hasta aquí las bromas.

Este medio no recibe subvenciones como pregona de modo mendaz Aróstegui. Pretende que a fuerza de repetirlo alguien piense que es verdad.

EL PUEBLO recibe, como todos los medios de comunicación de la ciudad, las órdenes de publicitar servicios de marcado carácter institucional. Los recibe este diario, y también, en mayor cantidad, el otro periódico de la ciudad, del que Aróstegui se erige en célebre colaborador y defensor. Igualmente las emisoras de radio (Cadena Ser, Onda Cero, Cope), así como las dos emisoras de Televisión. Ingresos que ayudan a que los ceutíes dispongan de suficiente información, más allá de las líneas editoriales de cada empresa de comunicación. Es decir, aunque le parezca extraño a Aróstegui, los ceutíes favorecen -a través del Gobierno de la Ciudad Autónoma- el libre ejercicio de la información para que los ciudadanos reciban la que en libertad elijan.

Ya es hora de que se ponga freno a quien ha abanderado, como última estrategia y recurso, las tesis de la confrontación civil y ha puesto en jaque la paz social de una ciudad que convive con cuatro culturas, por el intento desesperado de sumar un puñado de votos.

Ceuta no puede permitirse la presencia de apóstoles de la destrucción.

La política de Caballas en su conjunto, la política de Alí -por permitirlo- y de Aróstegui, ha pasado ya la frontera de la demagogia política para acercarse más a la política de la confrontación entre los ceutíes. Es tremendamente irresponsable y peligroso incendiar con argumentos como los empleados en una espiral iniciada por las desafortunadas palabras de la ya ex consejera de Asuntos Sociales, Carolina Pérez, porque nunca se sabe a dónde va a llevar. De momento, las amenazas recibidas por la dimisionaria han provocado un operativo especial de protección.

Esta situación a la que se ha llegado viene precedida de los ‘avisos’ de ‘reyerta social’ reiterados por Aróstegui ayer mismo, al tiempo que intentaba sin conseguirlo, desmarcarse de la acción de algún descerebrado. Más allá de la responsabilidad de quien se supone aspira a ser un servidor de los ceutíes, ha seguido azuzando con su dialéctica agresiva y mitinera castrista a la sociedad en el último encuentro con los medios celebrado ayer.

La responsabilidad, de la que ha hecho gala este medio a lo largo de su historia -incluso en la funesta etapa GIL- indica que no debemos estar dispuestos a que se rompa la convivencia. Y si hay consecuencias, los responsables ya están señalados.
 

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